Unas de mis grandes fuentes de educación fueron las telenovelas. Claro, como cualquier niño en los noventa veía caricaturas (menos japonesas, pero ese es tema de otro texto) y programas infantiles. Sin embargo, en casa de mi abuela (donde pasaba la mayoría de mis tardes después de la escuela), el maratón de telenovelas mexicanas empezaba antes de la digestión y terminaba posterior a la merienda.
Risas, lágrimas, rimel corrido, eufemismos sexuales, violencia intrafamiliar, amores imposibles, LUCHA DE CLASES, y finales felices por siempre eran cosa de todos los meses. La década de los noventa fue, quizá, la última época de oro para la telenovela mexicana, que todavía tenía capacidad para ser exportada a todo el mundo y seguir capturando nuestra atención todas las tardes (habré visto La mentira y su repetición en cable unas 6 o 7 veces).
Los dosmiles abrieron la puerta a la televisión internacional, las series, las películas de paga y a la fuerza de otros países latinoamericanos en cuestión de producción (Colombia, Brasil, Venezuela), además de la presencia de nuevos canales y jugadores que hicieron mella en los ratings del Canal de las Estrellas (con menos luces en el firmamento cada calendario). Las telenovelas dejaron de ser una tradición muy nuestra porque quién quiere esperar meses para ver un desenlace si Netflix sube todos los capítulos de golpe.
Es momento de que el cine entre al quite. Si Hollywood ha vivido la última década de explotar cualquier franquicia con tal de generar unos cuantos dólares, la industria fílmica mexicana (Videocine a la cabeza) no se puede quedar atrás. Nuestro panteón telenovelero tiene suficiente aguayón y arrachera como para conquistar la taquilla. En lugar de recurrir a cintas extranjeras para adaptarlas a nuestra realidad (3 idiotas, Qué pena tu vida, et. al), estas cinco telenovelas mexicanas de los 90 (la última época relevante) merecen un regreso a la pantalla grande.
Telenovelas mexicanas (de los 90) que merecen un remake (en cine)
Dos mujeres, un camino
La presidencia de Donald Trump nos ha dado, sin querer, el pretexto perfecto para explotar el melodrama fronterizo y de migración, sin olvidar los toques de humor. No queremos que el “Negro” Iñárritu crea que alguien le quiere quitar la dictadura del azote.
La trama de Dos mujeres, un camino es perfecta para eso: un trailero y devoto padre de familia cruza la frontera constantemente, en uno de sus viajes conoce a una joven de la que se enamora. Su corazón queda dividido como las comunidades latinas de la frontera norte. Si Selena y Bronco hicieron famosos cameos en la versión original, aquí la puerta se abre para las nuevas figuras de la música regional: Julión Álvarez, La Arrolladora, Calibre 50 o La Adictiva. ¿Alguien tiene el número de Alicia Villarreal?
Nada personal
Un par de medios hermanos se enamoran de la misma mujer, un chica que huye de los narcotraficantes y los asesinos de su padre, ligados a las altas esferas de la política mexicana. Epigmenio Ibarra aprovechó el espacio otorgado por Televisión Azteca y metió un batazo tan grande que su carrera no ha vuelto a conjuntar melodrama de manera tan efectiva como en esta telenovela protagonizada por José Ángel Llamas, Demián Bichir y Ana Colchero (quien, gracias a la magia de la televisión, se transformó en Christianne Gout).
¿Vieron Ingobernable? Es notorio que las producciones de Argos perdieron su toque y un regreso al pasado podría ser justo lo que necesitan para recuperarlo. El país mantiene altos índices de corrupción y celos fratricidas, así que los temas de Nada personal siguen vigentes. Pensemos todos que Demasiado corazón nunca existió.
La trilogía de Thalia
El cine mexicano necesita su propio universo fílmico, a la Marvel o Rápido y Furioso, y nuestra mejor opción para tenerlo es hacer de “la trilogía de las Marías” (María Mercedes, María la del Barrio y Marimar) una sola historia conectada.
La reina de las telenovelas de los 90 podría regresar a suelo patrio para interpretar su papel de señora madura y permitir a su sobrina Camila Sodi hacer lo mismo en su versión más joven. Imaginen una saga femenina en el estilo de Rainer Werner Fassbinder donde el poder, la ambición y la envidia muestren todas sus cartas mientras una dulce muchacha consigue llegar a la cima a pesar de nacer en el arrabal.
Muchachitas/Soñadoras
El paso de la niñez a la adolescencia es una de las etapas más turbulentas de cualquier ser humano y no se resuelven haciendo una fiesta o entregando el último juguete antes de un desliz de chambelanes. Estas dos novelas conectaron como pocas con el público juvenil, que vio en sus aventuras una ventana a su propia vida y, años después, una oportunidad inmejorable de transformar sus fragmentos preferidos en memes.
La intención aquí sería ponernos al día con las vidas de las protagonistas. ¿Se divorciaron? ¿Quién se acuesta con el marido de su mejor amiga? ¿Cuál de ellas sucumbió a las drogas duras? ¿Existe una cougar en el grupo? (¡Claro que existe una!) ¿Es momento de reanimar la flama? No importa el elenco elegido, cualquiera de los dos cumpliría con creces a nivel morbo. Para eso vemos novelas, ¿no?
Pueblo chico, infierno grande
Apodada con cariño Pueblo chico, cama grande, esta novela fue uno de los grandes hitos del softporn en televisión pública durante los bellos años 90. Un vehículo para que la Vero Castro demostrara quién seguía siendo la reina de la pantalla chica. La historia de una viuda millonaria que se enamora de un jornalero joven y atractivo (Juan Soler) desatando la ira de la sociedad en su pequeño pedazo de provincia.
Hace unos años Canon (2014) y Deseo (2013) intentaron conquistar al respetable con una mezcla de erotismo/melodrama sin lograrlo. Este remake podría conseguir ejecutar el truco, imaginen el regreso de Salma Hayek a territorio nacional, que Capetillo le dé permiso a Bibi Gaytán de quitarse la burka o Maribel Guardia provocando una ola de tatuajes de sus besos en una nueva generación.