Hay estrenos musicales que anuncian una nueva etapa. Y luego está “Escapar”, de A Viscaya, que no anuncia nada: lo revela. La artista abre una puerta hacia un territorio íntimo donde el dolor es una fuerza creadora y la vulnerabilidad se convierte en un acto de valentía. Su nuevo sencillo no se escucha: se atraviesa, como quien cruza un puente hecho de memorias que todavía arden.
En “Escapar”, A Viscaya se sumerge en un diálogo con sus propios silencios. Esos silencios que pesan más que cualquier grito y que, tarde o temprano, exigen ser enfrentados. La canción surge desde ese espacio donde uno siente que la rutina asfixia, que la identidad se fragmenta, que el espejo devuelve un rostro ajeno. A partir de ahí, la artista transforma la desesperación en una especie de ceremonia personal, un intento por descifrar aquello que duele sin destruirse en el proceso.
La dualidad del tema —el impulso de correr y la necesidad de quedarse— es el motor emocional del sencillo. Cada verso explora la paradoja humana de querer huir no para desaparecer, sino para respirar lejos de lo que nos consume. Y aun así, la voz de A Viscaya se aferra a una idea luminosa: que sanar requiere presencia, incluso en medio del caos. En su interpretación hay una calma que no viene del alivio, sino de la aceptación.
El concepto visual que acompaña la canción expande esta búsqueda interior: espejos quebrados que no pretenden reflejar perfección, sombras que ceden ante la luz y un altar simbólico que funciona como un lugar de despedida y de gratitud. No se trata solo de soltar—se trata de honrar lo que se deja atrás. Ese gesto, tan sencillo y tan difícil, es el corazón espiritual del proyecto.
“Escapar” es, al final, una reflexión sobre la supervivencia emocional. Sobre la capacidad de reconstruirse a partir de los pedazos sin esperar que vuelvan a encajar como antes. A Viscaya no ofrece respuestas, pero sí un refugio: su música. Un espacio donde cualquiera que haya sentido el peso del mundo puede reconocerse y encontrar un pequeño destello, una excusa para seguir. Porque a veces escapar no es huir, es atreverse a volver a uno mismo








