Hay artistas que llegan desde la técnica y otros que nacen directamente de la emoción. Adol pertenece al segundo grupo. Su proyecto surge de una relación íntima con la música, sembrada desde la infancia, cuando escuchar canciones era un ritual familiar y el sonido se convertía en refugio. Desde entonces, la música no solo lo acompaña: lo define.
El primer gran quiebre llegó a los 13 años con The Beatles. Un regalo —la discografía completa de la banda— despertó una obsesión melódica, especialmente por la voz y sensibilidad de Paul McCartney. Años después, ese universo se expandió con la intensidad emocional de José José, dando forma a un vínculo profundo con las canciones de desamor, esas que no explican el dolor, pero lo entienden.
En 2025, Adol decide dar un paso firme y presentar formalmente su proyecto solista. Sus canciones nacen de experiencias reales y se sostienen sobre cuatro pilares emocionales: desesperación, amor, reflexión y honestidad. No hay máscaras ni poses; solo letras directas que buscan conectar con quien escucha, aunque sea con una sola persona al otro lado de los audífonos.

Su sencillo “Un Beso Y Ya” se mueve en ese territorio incómodo donde el deseo de volver convive con la necesidad de soltar. Inspirada tanto en un desamor personal como en la ruptura reciente de una amiga, la canción captura ese instante en el que cualquier señal parece esperanza y cada recuerdo pesa más de lo que debería. Grabada en Capo Producciones (Tijuana), la producción apuesta por la emoción sin excesos, dejando que la voz y la historia respiren.
Adol no busca respuestas definitivas. Sus canciones no cierran heridas: las acompañan. Y en ese acompañamiento, su propuesta encuentra sentido. Escuchar “Un Beso Y Ya” es aceptar que soltar no siempre es inmediato, pero sí necesario.








