En México, la historia del rap es una bastante difícil y fragmentada, llena de versiones y disputas de verdades, que al final del día, y viéndola desde su esencia más amplia y diversa, suma un periplo de esfuerzos colectivos, de voces singulares y de una búsqueda que ha exudado sal, sangre y rimas para poder crecer y tener el nivel que, a cuentagotas, hoy puede verse de forma más sólida y extensa.

Dentro de estos linderos la llegada de Alemán a Homegrown Mafia representó una de las alianzas más destacadas y estratégicas del género, en tanto uno de los raperos más representativos de la modernidad norteña de México pudo articular como ninguno casi todo el abanico estilístico completo del rap nacional sin dejar del lado el crecimiento y profesionalismo de la producción, tanto o más dentro del estudio y arriba del escenario.

Este 2018, tras la certezas y el trabajo que el oriundo de La Baja Sur ha mostrado en años recientes como el rapero más granado de su generación, el fruto obtenido fue Eclipse, el que ya en varios puntos del año se ha referenciado como uno de los mejores trabajos de hip-hop mexicano hechos hasta ahora, a la altura de cualquier piedra angular (piénsese en los Control Machete, Banda Bastón o Akil Amar que se prefieran).

La respectiva gira de Eclipse este año ha mostrado a un artista completo, concentrado y enterado de que el compromiso con su universo como artista se ha logrado posicionar en el gusto del público mexicano de forma definitoria. Alemán entiende así el rap vieja escuela, juega como una bestia en el trap de cuño reciente y no le barre a engrandecer su propuesta, pensada como un show de alto alcance que trasciende al público fiel y empata con un sector mucho más amplio.

En ese sentido, la pasada noche del domingo 2 de diciembre en el Pepsi Center fue una celebración histórica, una congregación esperada y tan amplia como la evolución del género mismo se ha permitido en México. Fue así que ante un foro arriba del 60% de su capacidad total (7,000 personas) albergó miles de almas (veinteañeros en su mayoría), reunidas para coronar no sólo al que ha sido por mucho el MC más vasto del año de gran alcance, sino también para galardonarse a sí mismos y al rap mismo.

https://youtu.be/0ZBWyhOLy0g

 

Desde esa óptica es que se pueden entender las impresionantes casi tres horas de concierto que Alemán brindó a su público entregando todo y guardándose nada: colaboraciones, temas viejos, los hits de nuevo cuño, el tema gangsta, la cosa con la maría, a la verga los puercos y perseguir los sueños, toda la clica entregada, plaqueando, cansada de corear, entusiasta por más…todo revestido con el cuidado que Alemán le imprimió a cada tema.

Pocas veces se había visto un despliegue de producción audiovisual con tanta personalidad entre canción y canción, bailarinas en escena, pasarela de la actuación, visuales psicodélicos y lasers en todas direcciones sirvieron para levantar lo que se ha venido cocinando durante los últimos años.

Una noche cálida, emotiva, en donde las fisuras de producción, los comparsas no ensayados y los traspiés del karaoke pasaron a segundo plano gracias al armado que Alemán supo articular y generosamente delegar en manos expertas que hoy lo hacen pararse como uno de los espectáculos más importante del rap mexicano en décadas. Potente, sentido, gañán, con todos los elementos del culto y con ganas de más.

Erick Alemán supo subir la vara, fácil, dos escaños más arriba, celebrando y unificando a su gremio como pocos, mostrándose a sí mismo como la sensibilidad y figura protagónica que es, dando coba a su crew como uno el más profesional y pasándole la bola a todos los integrantes del género, adeptos y detractores como elementos quintaesenciales de la ecuación trascendente del género. Casi tres horas de poder. Tres. Atascadas, divertidas y de nivel. Y sí: ahora a ver quién alcanza a Alemán.