La tarde lluviosa del 26 de junio encontró su complemento ideal cuando todo estuvo listo para la tan esperada presentación de Alt-J en el Pepsi Center WTC.
La primera vez que habían visitado México fue en 2013 y de ahí, ofrecieron un show en la edición del 2017 del Corona Capital, que si bien fue fascinante, la corta duración dejó a muchos con ganas de más.
Los fanáticos de la agrupación inglesa se dieron cita en el venue, mismo que fue amenizado con el talento de Twin Shadow, el encargado de abrir el show, quien con un perfecto español exclamó:
“¡Muchas gracias! Me encanta su ciudad”.
El californiano comenzó su presentación con bríos románticos que invitaban a la audiencia a dejarse llevar. Las luces fueron perfectas, en tonos turquesas y dorados le daban el toque perfecto al chillwave que impregnaba al foro. De Twin Shadow pudimos escuchar temas como “When You’re Wrong”, “Old Love / New Love”, “Sympathy” y “Saturdays”. El interprete no pudo evitar pedirle al auditorio que coreara “Fuck Trump” con él.
Fue un sube y baja de emociones, de la ira terminó transportándonos a una completa calma con los dulces acordes de “Turn Me Up” y “Five Seconds”. Culminó su set con “Brace”, pieza con la que podemos resumir y apreciar toda la esencia de delicadeza que envuelve al proyecto de George Lewis Jr.
Comenzó el montaje para la actuación de Alt-J, mismo en el que pudimos darnos cuenta de que los visuales estarían a la orden, tal como había ocurrido en el CC17. De pronto, el recinto se quedó en una completa pero breve oscuridad. Fueron los primeros tonos de “Deadcrush” y acto seguido, los gritos de los aficionados, los que rompieron con toda la calma para dar paso a la euforia.
La emoción del trío musical era evidente y eso se vio reflejado en su desempeño. Esta era la última parada de su tour en Norteamérica, razón por la que no se contuvieron y nos regalaron un set compuesto por una selección majestuosa de éxitos que les han acompañado a lo largo de su trayectoria.
Siguió “Fitzpleasure” y el deleite de los asistentes era indescriptible. Todo estaba en su punto. La voz de Joe Newman, en compañía de la batería de Thom Sonny Green, los teclados de Gus Unger-Hamilton, y paneles de luces que iban a juego con cada acorde, fueron una combinación simplemente surreal. Pudimos ser testigos de la perfecta armonía creada por este combo en temas como “The Gospel of John Hurt”, “Nara”, “Hunger of the Pine” , “Pleader” y “Dissolve Me”.
Fue Unger-Hamilton quien se dirigió al público mexicano con algunas frases en español, y entonces invitó a todos a cantar “Matilda” y “Taro” en una versión un poco resumida para dar paso a “Left Hand Free”, canción en la que la energía de los fanáticos fue excepcional.
El momento previo al encore llegó, mismo que fue ambientado por un grito colectivo que demostró la unión y pasión que invade a los mexicanos y que confirmaba que para la fiesta, nos pintamos solos:
“¡El “Chucky” Lozano, el “Chucky” Lozano!”.
Posterior a esto, la banda regresó al escenario para despedirse con 3 temas más: “Intro” (del An Awesom Wave), “3WW” y así cerrar con broche de oro con el hit “Breezeblocks”, erizando la piel de cada uno de los asistentes gracias a ese legendario coro.
Sin duda alguna podemos decir que el enorme talento y sonido único de la banda, los efectos visuales y la entrega del público trabajaron excelentemente en conjunto para crear una atmósfera mágica, teniendo como resultado, uno de esos shows espectaculares que difícilmente podremos olvidar.