Han pasado veinticinco años desde que un auto chocó en el Eje 5 y cambió la historia del cine latinoamericano. Amores Perros, el debut de Alejandro González Iñárritu, no solo inauguró una nueva manera de contar —cruda, entrelazada, urbana—, también dio lugar a una de las bandas sonoras más influyentes de la región.
Hoy, ese universo sonoro vuelve a girar, literalmente, con la primera edición en vinilo del soundtrack original, supervisada por Gustavo Santaolalla y Lynn Fainchtein.
Un lanzamiento que celebra la memoria y la materia
El anuncio se hizo durante la Función de Aniversario y Concierto de Santaolalla en el Palacio de Bellas Artes, donde Iñárritu tomó el micrófono para recordar el origen de aquella alianza creativa:
“Escuché Ronroco y fue amor a primera oída… Desde el primer momento que Gustavo deslizó sus dedos sobre las cuerdas, su genio impregnó para siempre el espíritu de la película.”
El vinilo llega en tres versiones —deluxe en rojo, estándar en negro y cristal translúcido—, todas remasterizadas por Santaolalla y Aníbal Kerpel, dupla responsable de parte esencial del sonido latinoamericano de los noventa. La portada, diseñada por Dawn Baillie (autora de pósters icónicos como El Silencio de los Inocentes y The Truman Show), da nueva forma a una obra que ya era legendaria.

Una banda sonora que cambió el idioma del cine latino
En el año 2000, la música de Amores Perros no acompañaba las escenas: las construía.
Santaolalla no escribió un score de fondo; diseñó un pulso emocional. Su guitarra ronca y sus atmósferas minimalistas marcaron una estética que luego expandiría en 21 Gramos y Babel. Pero lo verdaderamente singular fue la curaduría de Lynn Fainchtein, que logró reunir a figuras como Julieta Venegas, Café Tacvba, Ely Guerra, Control Machete, Titán, Zurdok, Moenia o Illya Kuryaki & The Valderramas, articulando una radiografía sonora del cambio de milenio en México y Latinoamérica.
Esa selección musical no solo ilustraba la historia; la amplificaba. Cada canción era un espejo de los personajes: la soledad, la rabia, el amor y el abandono tenían su propio tempo.

Santaolalla: precisión y respiración
El compositor argentino recuerda aquella colaboración como una lección de ritmo y silencio:
“Alejandro concibe el cine de manera total. Su mirada abarca cada detalle: los silencios, el momento exacto para que la música entre o desaparezca. Fue una escuela.”
La reedición recupera esa intención original, cuidando cada frecuencia. No es una simple remasterización: es una restauración emocional.
El regreso de una generación sonora
Además del vinilo, el relanzamiento incluye versiones digitales y reediciones en HD de los videoclips de “Aviéntame” (Café Tacvba), “De Perros Amores” (Ely Guerra & Control Machete) y “Me Van a Matar” (Julieta Venegas), los dos primeros dirigidos por el propio Iñárritu.
Más que nostalgia, el proyecto funciona como testimonio de un momento en que la música alternativa mexicana encontraba identidad propia, entre guitarras distorsionadas, samplers, sintetizadores y letras urbanas. Amores Perros capturó ese sonido y lo llevó al mundo, como una mixtape emocional de la Ciudad de México en su punto de quiebre.
Una nueva vida en surco y aguja
El vinilo de Amores Perros estará disponible en diciembre, mientras que las versiones digitales llegarán el 28 de noviembre a todas las plataformas.
Para muchos, será la primera oportunidad de escuchar ese sonido analógico que se sintió por primera vez en 2000: la guitarra ronca de Santaolalla, el bajo de Zurdok, los ecos de Tacvba, la voz quebrada de Venegas.

Más que una reedición, este lanzamiento es un ejercicio de memoria colectiva: una forma tangible de volver a una época donde el cine y la música hablaban el mismo idioma, y donde cada acorde parecía capaz de contener la ciudad entera.








