Por Raúl Salazar @rhnoir
Amsterdam es la nueva película del polémico David O. Russell (The Fighter, Silver Linings Playbook, American Hustle y Joy), una comedia fársica y alocada repleta de estrellas que combina el noir y el glamour de los años 30 con el cinismo delirante de los 70. La historia está inspirada en la historia real de un complot poco conocido para derrocar al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en unos años previos a la Segunda Guerra Mundial.
Burt Berendsen (Christian Bale), un médico veterano de guerra que se parece a Hunter S. Thompson y su amigo abogado (también veterano) Harold Woodman (John David Washington), son incriminados por un asesinato del que fueron testigos. La pareja se une a Valerie Voze (Margot Robbie) que intenta ayudarlos para llegar al fondo del asunto. Un misterio con un toque romántico ambientado en una loca trama sobre historias coloridas que en gran parte si sucedieron e identidades de héroes que posiblemente se han desvanecido en la oscuridad del anonimato, que a veces recuerda a Wes Anderson estilísticamente y a los Hermanos Cohen narrativamente.
Descarada, desordenada y divertida en ocasiones, la historia gira en torno al misterio, pero a media que avanza va mezclando esa intriga con el romance que se desarrolla entre dos de los tres de los protagonistas y el cine de espionaje con un sentido del humor caótico-enrevesado-. Su estilo visual es inmersivo y su apartado musical aunque convencional es embriagador, todo a cargo de Emmanuel Lubezki y Daniel Pemberton. También hay cierto aire surrealista en algunos encuadres muy bien ejecutados. Es justo ahí, en donde la energía, química y carisma persistente de los protagonistas y puesta en escena embelesada-estilizada consiguen los puntos mas altos y conmovedores del filme. Hay una pasión artística y optimismo contagioso en los mejores momentos del trio protagonista, que junto a las ganas por resolver el misterio subyacente y algunos giros interesantes logran que, en ultima instancia, uno se quede hasta el final.
Y a pesar de que Rusell no decide que tono explorar o que rumbo tomar, a veces serio otras cursi, trata de sacar los mejor de cada personaje para hacerlo brillar en pequeños y chispeantes segmentos de diálogos rápidos e ingeniosos. Ahí está otro punto atractivo, un elenco que promete demasiado y sirve de anzuelo para la audiencia, un espectáculo ambicioso y deslumbrante de pasarela donde deambulan desde una Taylor Swift casi imperceptible, un Rami Malek que se quedó en modo Freddy Mercury, una Anya Taylor-Joy que apenas cumple, un curioso Mike Myers, hasta unos grandiosos Michael Shannon y Robert de Niro, algo que también se suman Ed Begley Jr, Timothy Olyphant, Andrea Riseborough, Chris Rock y Zoe Saldana. Y aunque las actuaciones en su conjunto son irregulares, se nota que la alucinante plantilla de actores están comprometidos para darle espíritu a esta alegoría de amor, libertad, altruismo y realización.
Sin embargo, su falta de vigor en indulgencia para ciertos temas, inconsistencia y sus problemas de ritmo ( o de tiempo innecesariamente largo) hacen que todos sus aciertos se pierdan en una narrativa excesiva e inconexa que no logra alcanzar cohesión y contundencia, dejando una comedia caótica ocasionalmente divertida que pretende abarcar más de lo que puede desarrollar, un trabajo divertido y agradable pero también mediano y fácilmente olvidable.