Asteroid City es una epopeya posmoderna que nos sumerge en un itinerario entrelazado entre jóvenes astrónomos y cadetes espaciales en busca de compañerismo y competencia académica. En medio de este trasfondo, el mundo se ve envuelto en una serie de eventos que transformarán el curso de la historia. Wes Anderson, el director, despliega su genio creativo en una propuesta visualmente deslumbrante con un par de relatos (profundamente conmovedores) sobre la naturaleza de la pérdida y el duelo.
La película, una sátira de ciencia ficción, presenta una excentricidad radicalmente personal y apartada de cualquier tendencia ajena. Wes Anderson nos adentra en un proyecto coral que reúne rostros conocidos del cine, aunque algunos apenas asoman durante diez segundos en pantalla. Este desfile de estrellas se convierte en una matrioshka caleidoscópica de relatos, géneros, bifurcaciones y personajes, lo cual puede resultar hermoso para algunos y francamente agotador para otros.
En Asteroid City, Anderson se aleja de la narración convencional y se acerca al territorio del teatro experimental. Un banquete opíparo que nos sumerge en un diluvio de viñetas hilarantes que desbordan imaginación. La película destaca por su estilo único y su amor al color, plasmados a través de una cinematografía cuidadosamente compuesta y una paleta vibrante-retro. Sin embargo, esta apuesta estética no logra compensar la falta de un corazón emocional en la mayor parte del filme.
Al final, Asteroid City se presenta como un espectáculo irritante y fascinante a partes iguales. La visión de Wes Anderson sigue ofreciendo una experiencia visualmente estimulante. No obstante, su enfoque fragmentado y su ausencia de una trama narrativa sólida pueden resultar una prueba difícil de superar para algunos espectadores. En definitiva, esta obra nos sumerge en un universo visualmente cautivador, pero nos deja anhelando un hilo conductor que nos guíe a través de su deslumbrante laberinto de rostros y diálogos.
Asteroid City es una película que encapsula la singularidad y la excentricidad del estilo de Wes Anderson. A través de su enfoque visualmente deslumbrante y su narrativa dramáticamente inerte, Anderson nos sumerge en un mundo de caos cósmico y personajes efímeros (algunos entrañables). Este experimento cinematográfico, aunque fascinante en su audacia y excentricidad, se siente incompleto y agotador para quienes queremos una experiencia más cohesionada y emocionalmente resonante.