El Plaza Condesa tenía en la fachada con letras blancas y grandes: Aterciopelados.
Algunos vendedores y patrullas merodeaban la zona. Era viernes, hacía frío y había llovido. Sin embargo, eso no fue impedimento para que los seguidores de la banda colombiana (y recientemente nominados a los Premios Grammy por Álbum Alternativo y Mejor Canción) asistiesen a la presentación de su más reciente material, Claroscura (Sony, 2018).
Antes de ver en acción al dúo dinámico, Micca Mont, cantautora y nueva propuesta en la escena musical mexicana, abrió la noche.
La aparición de los colombianos estaba prevista para las 21:00 hrs y mientras tanto Micca deleitó a los asistentes con sus canciones, mezcla rock alternativo y electrónica.
Sobre las 21:20, la música de fondo bajó su volumen y la sala se llenó de humo. Gritos que reclamaban la presencia de Andrea y Héctor sobre el escenario.
Así, sin más, iban apareciendo los músicos y coristas. Héctor, con gorra, pantalones de mezclilla y playera de manga larga.
Andrea, con pantalones de colores, blusa amplia y un gran hongo adornaba su cabeza. “Play”, primera canción de su reciente material, abrió la noche. En la pantalla del fondo se veían mariposas y la letra de la canción.
Un escenario lleno de color, magia y esa vibra que te hace bailar a la menor provocación.
A “Play” le siguieron las primeras palabras de Andrea, quien agradecía la noche. “Cuerpo” abría una declaración de amor propio y aceptación.
Las letras de las canciones acompañaban la noche de baile y goce, gesto que me pareció bello pues no todos conocíamos las letras y sin embargo cantábamos y bailábamos con el grupo.
Niños en las primeras filas, señoras mayores con coronitas de flores, algunas parejas y amigos llenaban un Plaza en donde había espacio para bailar al ritmo de “He venido a Pedirte Perdón”, cover de Juan Gabriel, cuya versión colombiana es un homenaje a México, otra declaración de cariño al país azteca.
La cosita se ponía cada vez más seria y más guapachoza. Andrea habló de los Grammys, hizo bromas al respecto. Cantaron la canción por la que están nominados, “Dúo”, una canción que habla de dos personas opuestas pero que se complementan mutuamente, como Andrea y Héctor.
Moviendo las “Piernas” y cantando “Tumbao” seguimos con los llamados al respeto y al amor, por nosotros y por el otro.
Andrea bailaba en el escenario, se acercaba a la orilla del mismo, Héctor, concentrado, interactuaba con el público. Parecían tan libres, tan divertidos y proyectaban una energía increíble.
Las canciones conocidas llegaron. “El estuche” y “El álbum” se corearon al unísono.
Andrea tenía una suerte de maraca en forma de cámara y otra con forma de útero, en el público las parejas se miraban, cómplices, arriba y abajo del escenario nos unía cantar las canciones que formaron parte del soundtrack de nuestra juventud.
Así, las sorpresas de la noche seguían. Andrea presentó “Ay ombe”, invitando a Dr. Shenka (Panteón Rococó) al escenario. Shenka habló de la violencia del país, feminicidios y, sobre todo, reconoció la fuerza de la mujer.
Veía a Andrea y a Héctor admirado. Una canción especial, por el mensaje, por el lenguaje no sólo oral, también el corporal.
Era una noche de “Rompecabezas”, de unir piezas y reconciliación.
Otra sorpresa en donde el público estalló en un grito y aplausos fue la presencia de Sabo Romo, quien acompañó a Aterciopelados en tres canciones, una de Caifanes, “Mátenme porque me muero”.
Dos generaciones en el escenario, un mismo propósito: hacer música.
Terminé hasta delante, a lado de niños y con algunas caras que reflejaban alegría y descanso por cantar y bailar. Un momento de silencio precedió la lectura de un Manifiesto en pro de la naturaleza.
Héctor, etéreo, leía; algunos puños arriba manifestaban la solidaridad por la causa, por el respeto a la vida misma. “Soñemos un bosque” anunciaba la penúltima canción de la noche aterciopelada.
Andrea presentó a sus músicos, al equipo que conforma una banda querida y emblemática de Latinoamérica. Fotos de cada músico y técnico llenaron la pantalla, otro gesto maravilloso pues no sólo los que se paran en el escenario conforman una banda, hay un mundo detrás que pocas veces es reconocido.
Al final, después de agradecer, la agrupación lanzó frisbees, fabricados artesanalmente con material reciclado, y así, como cuando esperas que la piñata se rompa en un fiesta, nos acercamos a tomar uno, a tomar los dulces que amablemente habían traido de Colombia.
Amor y buena vibra se respiraba, nos fue bonito. Nos irá bonito.