La música, como la vida, tiene sus ciclos. Y en el mundo del rock, pocos ciclos han sido tan monumentales como el de Black Sabbath. Con el reciente fallecimiento del legendario Ozzy Osbourne a los 76 años, esto tras la emotiva e intensa despedida de los escenarios, apenas un par de semanas atrás, cuando tuvo lugar el concierto “Back to the Beginning” con la formación original de Black Sabbath.

Así pues, consideramos que es el momento idóneo para reflexionar no solo sobre un adiós, sino sobre el imperecedero legado que tanto el príncipe de las tinieblas junto con la banda deja al género que prácticamente inventó: el heavy metal.

Black Sabbath no solo tocó música; creó un universo sonoro. A finales de los sesenta, mientras el mundo bailaba al ritmo psicodélico y el flower power, cuatro jóvenes de Birmingham, Inglaterra, decidieron bajar la afinación de sus guitarras y explorar los rincones más sombríos del alma humana. Tony Iommi (guitarra), Geezer Butler (bajo), Bill Ward (batería) y el inconfundible Ozzy Osbourne (voz) no buscaban la luz; se sumergieron en la oscuridad. El accidente de Iommi, que le llevó a tocar con prótesis en los dedos y a afinar más bajo, fue una desafortunada bendición, dando origen a riffs monolíticos y distorsionados que serían la espina dorsal del metal.

Black Sabbath: La Semilla del Apocalipsis Sonoro

¿Qué dejó Black Sabbath? En primer lugar, la atmósfera. Sus composiciones no eran solo canciones; eran paisajes sonoros opresivos, llenos de un sentido de fatalidad y desesperación. Temas como “Black Sabbath”, con su infame tritono que la Iglesia prohibió durante siglos, o el riff apocalíptico de “Iron Man”, no solo eran innovadores; eran viscerales. Inspiraron a generaciones de músicos a explorar el lado más pesado y oscuro de la expresión musical.

Black Sabbath

Luego están los riffs. Iommi no solo escribió riffs; inventó un lenguaje guitarrístico. Sus patrones pesados, repetitivos y a menudo lentos, se convirtieron en el modelo a seguir para innumerables guitarristas de metal. La forma en que sus riffs se entrelazaban con las líneas de bajo pulsantes de Butler y la batería contundente de Ward creó una base rítmica implacable que era única en su brutalidad. Cada nota de “Paranoid” o “War Pigs” es un curso intensivo en cómo construir un himno de metal.

Letras que resonaron con la angustia moderna

Las letras de Geezer Butler fueron otro pilar fundamental. Lejos de las fantasías del rock progresivo o los clichés del amor, Butler exploró temas de guerra, injusticia social, existencialismo, locura y el lado oscuro de la humanidad. Canciones como “Electric Funeral” o “Children of the Grave” son pruebas de ello; fungieron como reflexiones profundas sobre los miedos y ansiedades de una sociedad en cambio. Esta profundidad lírica dio al heavy metal una sustancia intelectual y emocional que otros géneros a menudo pasaban por alto.

 

Y, por supuesto, la voz de Ozzy Osbourne. Su estilo vocal, a menudo descrito como un lamento hipnótico y melancólico con un dejo de locura, era el contrapunto perfecto a la brutalidad instrumental. Ozzy no solo cantaba las palabras; transmitía la angustia, la desesperación y la furia contenidas en ellas. Su carisma caótico en el escenario y su figura de “Príncipe de la Oscuridad” completaron la fórmula, creando una experiencia en vivo que era tan aterradora como emocionante.

Un legado inmortal

La despedida de Black Sabbath de los escenarios no es un final, sino una reafirmación de su inmortalidad. El eco de sus riffs se escucha en el thrash de Metallica, el doom de Candlemass, el sludge de Mastodon y en cada banda de metal que ha osado ser pesada y auténtica. Han demostrado que la música oscura puede ser profundamente conmovedora y poderosa, y que la vulnerabilidad y la brutalidad pueden coexistir.

Al bajar el telón en su última presentación, Black Sabbath no solo cerró un capítulo; consolidó su lugar en los anales de la historia de la música. Su sonido de oscuridad no se desvanece; resuena y se transforma, asegurando que el espíritu del heavy metal, tal como ellos lo concibieron, continuará rugiendo por las generaciones venideras.