Desde San Francisco en los albores de los noventa, Anton Newcombe ha sido la fuerza motriz de The Brian Jonestown Massacre (BJM), una banda que, más que una agrupación musical, se ha convertido en mito viviente del rock psicodélico, del shoegaze, del underground audaz. Su historia está marcada por el brillo creativo, la autodestrucción, la redención artística, los escándalos, las rupturas de alineación, pero también por la capacidad de reinventarse una y otra vez, manteniendo un aura de culto que pocos han logrado conservar.

Génesis de un caos creativo
La banda nació alrededor de 1990, impulsada por la visión de Newcombe, que desde el comienzo su preferencia fue experimentar: guitarras reverberantes, grabaciones lo-fi, fusiones entre folk, blues, psicodelia clásica, ambientaciones sonoras densas y atmósferas que flotan entre lo onírico y lo crudo. Los cambios constantes en sus integrantes, su relación tensa con la fama, los rumores de descontrol en el backstage o el escenario, las disputas y rupturas forman parte del mito: no fueron obstáculos, fueron materia prima de su arte.
Además, gracias al documental DiG! (2004) se mostraron al mundo justamente esas fisuras: cómo un líder carismático pero volátil, alineaciones que se desmoronan, rivalidades (sobre todo con bandas como The Dandy Warhols) y sueños de gloria que chocaban con la realidad de la industria musical. Ese documental cimentó la leyenda: aquí estaba un grupo que rechazaba adaptarse, que se burlaba de los géneros, que prefería la imperfección en directo a la pulcritud impostada.
Verdad sonora y legado creativo
A pesar del caos externo, la música de BJM siempre tuvo rigor, profundidad y un sentido estético claro. Discografía extensa (más de veinte álbumes), variedad en estilos, periodos de gran densidad creativa, pasajes expansivos y ambientales, momentos de introspección hasta espacios de exceso sónico. Álbumes como Fire Doesn’t Grow On Trees muestran que Newcombe sigue explorando la luz y la sombra, lo áspero y lo bello, lo espiritual y lo humano. Canciones y sencillos recientes siguen cargados de guitarras etéreas, vocales procesadas, capas de feedback, revivals de psicodelia sesentera mezclados con sonidos innovadores.
En 2025, lanzaron el sencillo doble Makes Me Great / Out Of Body, que evidencia que BJM no está satisfecho con repetir fórmulas: hay búsqueda de texturas oníricas, de ambientaciones que retan los límites de lo audible, sonidos espectrales que invitan tanto al baile mental como al trance emocional. Esta es una banda que ha aprendido que su reset creativo muchas veces nace del riesgo, de no saber qué pasará, de dejar espacio al momento.
Redención: persistencia en la adversidad
La redención de Brian Jonestown Massacre no es narrativa esperada, es diaria. Sobrevivieron modas, etiquetas, luchas internas, críticas, problemas legales, adicciones —y sin embargo siguen existiendo, girando, grabando, atrayendo público nuevo que descubre su música como descubrimiento urgente. Newcombe se ha mantenido como centro, como pastor de un culto psicodélico que no demanda sumisión sino escucha activa. Aquellos defectos que alguna vez fueron criticados —retrasos, caos en vivo, cambios abruptos de sonido— hoy se leen como parte de su autenticidad.

Con el tiempo, han aprendido también a contener lo excesivo, a estructurar conciertos que son inmersivos, viajes entre lo consciente y lo alucinógeno, permitiendo que lo crudo conviva con momentos de belleza pura. Esa combinación: caos bajo control, desorden con sentido, experimentación sin abandonar la melodía, es lo que convierte a BJM en algo más que banda: fenómeno cultural.

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