Las redes sociales no mienten: la depresión post Corona Capital 2022 es tan real como una resaca moral después de tres días de celebración. Primero vinieron los lives y las stories —¿quién no presumiría el privilegio de asistir al festival más esperado del año?—, luego las publicaciones interminables de momentos instagrameables y, finalmente, los hilos de Twitter que narran lo ocurrido desde aquellos que lo vivimos: anécdotas chistosas, bizarras, indignantes y hasta cuestionables.

Pero más allá del hype y el caos, es momento de reflexionar sobre aspectos que, pese al tiempo, no deberiamos perder de vista cuando de festivales masivos se trata.
Todos sabemos que el Corona Capital mezcla propuestas mainstream y under para equilibrar su cartel. Esa ha sido su fórmula desde sus inicios: acercar al público a nuevos sonidos, ¿no? Al menos la mayoría entendemos eso; los festivales si bien nos atraen por los actos más reconocidos, también representan una excelente oportunidad para acercarnos a nuevas propuestas y romper burbujas musicales. Sin embargo, hoy pasamos a enterarnos que esa burbuja no solo no se rompió: mutó.

Corona Capital 2022

 

Corona Capital 2022

Que lo ocurrido el día domingo en el Corona Capital 2022 nos deje claro algo

Esta edición será recordada no por ser la más emo, la más nostálgica o la más intensa, sino por el enfrentamiento silencioso entre millennials exhaustos con recorrido en eventos masivos y la generación Z hiperconectada. Mientras los primeros (tumbados en el pasto, drenados tras dos días de intensa misa obligada que les sirvió de exorcismo para los fantasmas de su adolescencia) reservaban energía para Kim Gordon o IDLES,  los segundos, con toda la energía del mundo puesta en la pila del teléfono y en su casi innata habilidad para sacar la toma más perfecta, esperaban ansiosos a Miley Cyrus, siendo para muchos de ellos su única razón de estar ahí.

Para la hora en que Kim, pionera del noise rock, tomó el escenario, la brecha generacional simplemente ya no podía pasar desapercibida. En los rostros de los más jóvenes se reflejaba confusión, incluso frustración desencajada, es más, algunos incluso gritaron “¡Miley!” entre canciones, un acto que, guste o no el artista en cuestión, es una inaceptable falta de respeto. Porque sí, aunque suene obvio: subir a un escenario, aunque sea frente a 50 personas, es trabajo.

Al final una bomba terminó reventándoles en la cara cuando los ingleses de IDLES se plantaron en el escenario para hacer lo suyo. Muchos chicos al mismo tiempo que se enteraban de la existencia de esta banda, también estaban experimentando, (sin ellos quererlo) su primer mosh pit y ok, tal vez a muchos no les guste entrarle a este tipo de prácticas muy recurrentes en eventos en vivo y eso es tan respetable como aquellos a los que si, por tanto, enojarse y hacer hilos masivos en Twitter para “reprobar acciones” con la intención de querer indicarle a los demás como actuar y comportarse en un show para no interferir “en el espacio personal” o las tomas para redes sociales… pfff.

Ya de por sí pensar en espacio personal estando en un festival… ¿Realmente esperan que en diez o doce horas de evento nadie les toque? Pensar que sólo porque llegaste desde temprano para obtener un buen lugar a ver un show que comienza hasta muy tarde y que la gente a tu alrededor que seguramente va a lo que va, deba guardar su distancia con tu espacio personal, es simplemente estúpido.

Hubo un momento en que el guitarrista de IDLES, Mark Bowen, se lanza al público para ser recibido en una escena surreal: fans genuinos queriendo recibirlo con euforia, mientras otros —agarrados a sus spots, cubriéndose como si fuera agua hirviendo.

Se trata de una situación que perfectamente pudo evitarse desde un principio simplemente alejándose o retirándose del lugar para dejar que aquellos que sí querían estar ahí, disfrutaran el show. La lección es clara: si no quieres sudar, caerte o que te empujen, aléjate. Nadie te obliga a estar en primera fila.

Podrán culpar al festival del orden de los shows, pero al final, eso es lo de menos cuando ya sabes a lo que le tiras en un evento masivo en dónde las divergencias son completamente naturales, así como no estar familiarizado con toda la música que escucharás, pero va otra vez: Para eso también son los festivales, para descubrir algo nuevo que pueda gustarte y ser tolerantes con lo que no, coexistencia, le dicen.

La gente nefasta puede estar colocada en extremos totalmente opuestos y aún así, ser divididas por líneas muy delgadas

Hay quienes van por la música, otros que van por la experiencia y otros que van por la foto y está bien, cada quién elige por que va a los eventos a los que va, pero entiendan que en un festival si no les gusta el show, pero quieren permanecer y realizar ese sacrificio de esperar a su acto favorito, deberán soportar lo que sea que venga y dejar de lado prejuicios que terminan en publicaciones nefastas sobre como una bola de “piojosos” casi les “arruina el evento” y demás comentarios llenos de clasismo interiorizado que solo recuerdan a esos discursos igual de jodidos de gente que no pierde la oportunidad en menospreciar todo lo que no coincida con lo que piensen y les guste. Demostrando que la gente nefasta puede tomar parte en polos totalmente opuestos y aún así ser divididos por líneas muy delgadas.

Y  no, no mal entiendan, aquí nos encanta Miley Cyrus, (es más, estamos seguros que ella también habría disfrutado de los IDLES) lo que no nos encanta, es la fanaticada que se cierra a una sola cosa y además pretenden que si se joden ellos también lo haga el resto, queriendo que todos se plieguen a su idea de “diversión correcta”.

Si lo único que quieres es ver a tu ídolo en primera fila, sin ruido ni interferencias, ve a su concierto en solitario. Los festivales son para perder el control, para que lo inesperado te golpee y te haga sentir vivo.

Tal vez esto suene a un rant de gente chavorruca (que si somos) contra los más jóvenes, pero no, esto es para a ese tipo de gente sin un ápice de tolerancia para con las diversas expresiones presentes en un festival y esperamos que lo ocurrido sirva de enseñanza (ahora sí) para los eventos futuros del tipo a los que se avienten, porque a eso van. Disfrútenlo y dejen a los demás disfrutarlo a su modo.

Y bueno, mientras a esperar la siguiente edición del CC 23 y lo que veremos, acá ya estamos puestos y listos por si se atraviesan los madrazos para un mosh pit bien loco entre los actos.