Las redes sociales no dejan de recordarnos que la depresión post Corona Capital 2022 es real, tan real como lo puede ser una resaca moral luego de dar cuenta de lo que se hizo y deshizo. Lo normal en cualquier celebración de proporciones épicas y todo con un seguimiento de acuerdo a la sucesión de eventos. Primero, los lives o las stories y es que siendo sinceros, ¿Quién no se hubiera regodeado en el privilegio (porque eso es) de haber asistido a uno de los festivales más esperados del año incluso dentro de toda la historia del propio evento? El siguiente paso lógico serían las interminables publicaciones de los momentos más instagrameables de lo vivido, para dejar constancia de que estuvimos ahí, por último, se abren paso los larguísimos hilos de Twitter qué a modo de crónica, nos relatan el después, los momentos y las anécdotas más chistosas, raras, bizarras y hasta indignantes, las más cuestionables.
Independientemente del lapso transcurrido, llega el tiempo de sentarnos a reflexionar sobre algunos aspectos que sin importar los días, meses o incluso años, ya deberíamos tener en cuenta dentro de los festivales sean estos de nicho, emergentes o como ocurre aquí, que no lo son tanto. Todos sabemos que la curaduría del Corona se distingue por optar por proyectos internacionales y que, como sucede en casi todo festival hay desde los más mainstream hasta los más under, porque al final, se trata de darle un equilibrio al asunto ¿no? Al menos la mayoría entendemos eso; los festivales si bien nos atraen por los actos más reconocidos, también representan una excelente oportunidad para acercarnos a nuevas propuestas que no habíamos considerado y abrirnos a ellas. Ese ha sido uno de los principales propósitos en el CC casi desde sus inicios; el de acercar a la gente a otros sonidos, la nutrida gama de propuestas musicales que entregan nuevas experiencias y entre aquellas brechas que en los lejanos 2010 apuntaban más hacía la tribu urbana a la que pertenecieras o al género musical que defendías, de pronto, casi sin darnos cuenta y aunado a los nuevos paradigmas sociales que en la música bien se pueden ver reflejados, dicha brecha se fue cerrando… Solo para abrir otra.
Que lo ocurrido el día domingo en el Corona Capital 2022 nos deje claro algo
Sí, es evidente que el Corona en la actualidad prioriza más al target que a un nicho en si y hay varias opiniones al respecto: Que si esta edición será recordada por ser la edición emo, la más nostálgica, la más intensa, que la más aguada, etc., al menos aqui será recordada por la que nos dió el choque generacional que desde tiempo atrás ya se veía venir y tuvo lugar durante el tercer día del festival.
Por un lado, millennials cansados, tumbados en el pasto, drenados tras dos días de intensa misa obligada que les sirvió de exorcismo para los fantasmas de su adolescencia y por otro, a la generación más joven con toda la energía del mundo puesta en la pila del teléfono y en su casi innata habilidad para sacar la toma más perfecta. Así, mientras estos últimos esperaban únicamente a Miley Cyrus, pues gran parte de la asistencia fue tajante al confesar que ya solo iban por ella y nadie más, la otra parte, que claramente no se trataba de su primer festival, preferían guardar la poca energía restante para los otros shows estelares de la noche como Kim Gordon o IDLES.
Para la hora en que Kim subió al escenario con su noise rock, la brecha generacional simplemente ya no podía pasar desapercibida. En los rostros de los más jóvenes se veían las caras desencajadas y ceños fruncidos contemplando a Kim y que a juzgar por las expresiones, se notaba que para ellos solo era ruidero innecesario, es más, algunos tuvieron la osadía de gritar entre canción y canción el nombre de Miley y eso aquí y en dónde sea, te guste o no su música, es una inaceptable falta de respeto al trabajo del artista, porque sí, por muy nuevo que esto pueda sonar para algunos: Tocar frente a un puñado de gente también es una forma de ganarse la vida como para que alguien sin el mínimo sentido común venga a querer minimizar el trabajo solo por la negativa de moverse de sitio para no perder “sus lugares”
Al final una bomba terminó reventándoles en la cara cuando los ingleses de IDLES se plantaron en el escenario para hacer lo suyo. Muchos chicos al mismo tiempo que se enteraban de la existencia de esta banda, también estaban experimentando, sin ellos quererlo su primer mosh pit y ok, tal vez a muchos no nos guste entrarle a este tipo de prácticas ya muy recurrentes en eventos en vivo y eso es tan respetable como aquellos a los que si, por tanto enojarse y hacer hilos masivos en Twitter para reprobar acciones y encima querer indicarle a los demás como actuar y comportarse en un show para no interferir con el espacio personal o las tomas para redes sociales nos recuerda al episodio del abuelo Simpson gritándole al cielo.
Ya de por sí pensar en espacio personal estando en un festival… ¿Realmente esperan que en diez o doce horas de evento nadie les toque? Pensar que sólo porque llegaste desde temprano para obtener un buen lugar a ver un show que comienza hasta muy tarde y que la gente a tu alrededor que seguramente va a lo que va, deba guardar su distancia con tu espacio personal, es simplemente estúpido, no tiene sentido.
Hubo un momento en que el guitarrista de IDLES, Mark Bowen, se lanza al público para ser recibido por gente fastidiada de tanto empujón, queriendo quitarlo de encima y no se les culpa, de nuevo, eso no es para todos, pero se trata de una situación que perfectamente pudo evitarse desde un principio, simplemente alejándose o retirándose del lugar antes de, para dejar que aquellos que sí querían estar ahí, disfrutaran el show. ¿Que tan egoísta hay que ser para joderle el show a los otros y además que te jodan a tí? Sean concientes de que nadie los está obligando a permanecer ahí. Por tanto, nadie está atentando contra nadie, como puede leerse en muchas publicaciones en redes.
Podrán culpar al festival del orden de los shows, pero al final, eso es lo de menos cuando ya sabes a lo que le tiras en un evento masivo en dónde las divergencias son completamente naturales, así como no estar familiarizado con toda la música que escucharás, pero va otra vez: Para eso también son los festivales, para descubrir algo nuevo que pueda gustarte y ser tolerantes con lo que no. Sí, esa misma tolerancia de la que tanto se jactan poseer en sus versiones digitales.
La gente nefasta puede estar colocada en extremos totalmente opuestos y aún así, ser divididas por líneas muy delgadas
Hay quienes van por la música, otros que van por la experiencia y otros que van por la foto y está bien, cada quién elige por qué va a los eventos a los que va, pero entiendan que en un festival si no te gusta el show, pero quieres permanecer y realizar ese sacrificio de esperar a tu acto favorito, deberás soportar lo que sea que venga y dejar de lado prejuicios que terminan en publicaciones nefastas sobre como una bola de “piojosos” casi te “arruina el evento” y demás insultos llenos de clasismo interiorizado que solo recuerdan a esos discursos igual de jodidos de gente que no pierde la oportunidad en despreciar todo lo que no coincida con lo que piense y le guste. Demostrando que la gente nefasta puede tomar parte en polos totalmente opuestos y aún así ser divididos por líneas muy delgadas.
Y no, no mal entiendan, aquí nos encanta Miley Cyrus, (es más, estamos seguros que ella también habría disfrutado de los Idles) lo que no nos encanta, es la fanaticada que se cierra a una sola cosa y además pretende que si se joden ellos también lo haga el resto, para eso están los shows en solitario si el caso es querer estar adelante. Por milésima vez: Los festivales son para experimentar nuevas cosas, para divertirse y pasar un gran rato, ya demasiado enfrentamos con la tiranía del mundo allá afuera, como para que la tiranía del egoísmo disfrazado de “buen comportamiento” vía redes, le quiera decir a los demás cómo ser, vivir y actuar en un evento libre en el que tampoco se les dice algo por estar grabando hasta las letrinas.
Tal vez esto suene a un rant de gente chavorruca (que si somos) contra los más jóvenes, pero no, se trata de un rant a ese tipo de gente sin un ápice de tolerancia para con las diversas expresiones presentes en un festival y esperamos que lo ocurrido sirva de enseñanza (ahora sí) para los eventos futuros del tipo a los que se avienten, porque a eso van. Disfrútenlo y dejen a los demás disfrutar (Y aquí también reprobamos hacerse del baño entre la multitud, por favorcito a menos que seas GG Allin, no)
Y bueno, mientras a esperar la siguiente edición del CC 23 y lo que veremos, acá ya estamos puestos y listos por si se atraviesan los madrazos para un mosh pit bien loco entre los actos.