Hay momentos en los que la música deja de ser melodía y se convierte en un fenómeno físico. Una vibración que no solo atraviesa los altavoces, sino que se filtra por las rendijas del cuerpo. Así sucede con Autechre, el dúo británico que lleva más de tres décadas reescribiendo las reglas de la electrónica a través del código, del error y de la matemática emocional que se esconde en cada frecuencia.
Su presencia en MUTEK México 2025 no es un simple regreso: es una declaración de principios. En una época donde la inteligencia artificial amenaza con automatizar la creatividad, Autechre demuestra que el alma puede habitar en la estructura más fría. Su música, generada mediante algoritmos y síntesis compleja, sigue teniendo algo profundamente humano: la imperfección que late en la precisión.
El ruido como lenguaje
Escuchar a Autechre es enfrentarse al caos organizado. Cada patrón rítmico parece colapsar y reconstruirse en milésimas de segundo, como si la máquina estuviera improvisando un lenguaje propio. Pero entre la maraña de glitchs, pulsos quebrados y resonancias digitales, hay un pulso vital, una sensibilidad que solo se revela si uno escucha con el cuerpo y no con la mente.
Ese es el mismo terreno que explora Ash Fure, compositora y artista multidisciplinaria que transforma el sonido en materia viva. En sus obras, las vibraciones son arquitecturas que se tocan y se habitan. Su trabajo desafía la idea del concierto tradicional: en lugar de un espectáculo, propone una experiencia sensorial donde el público se convierte en parte del instrumento.
De la técnica al estremecimiento
El punto de encuentro entre Fure y Autechre no está en el estilo, sino en la intención: ambos buscan que el sonido provoque algo más allá de la escucha racional. Su lenguaje es técnico, sí, pero su resultado es emocional. Autechre codifica la angustia y la belleza del ruido; Fure esculpe el aire para que tiemble.
MUTEK MX 2025 vuelve a ser el escenario perfecto para este diálogo entre tecnología y afecto. En sus espacios, las máquinas no son herramientas, sino interlocutoras. Lo que antes era “electrónica” se ha convertido en una forma de filosofía sonora: una búsqueda por entender qué hay detrás de las frecuencias, qué siente una máquina cuando la hacemos sonar.

Un nuevo humanismo digital
Quizá ese sea el verdadero corazón del festival: recordarnos que la emoción no depende del instrumento, sino de la intención. Que incluso en el ruido más abstracto puede existir ternura. Y que en un mundo donde los algoritmos ya nos componen canciones y nos recomiendan emociones, MUTEK nos devuelve la pregunta que vale más que cualquier tecnología:
¿De quién es la voz que vibra dentro del sonido?
Consigue tus boletos para el MUTEK 2025 a través de Boletomovil








