La música de CUCO no pretende ofrecer certezas ni conclusiones; se mueve en un territorio intermedio donde la ansiedad, la ternura y la desorientación conviven sin jerarquías. Ese espacio —inestable, cotidiano y reconocible— es donde ha construido su identidad artística. Mientras muchos proyectos del pop actual buscan claridad emocional o discursos afirmativos, CUCO trabaja desde lo contrario: la duda, el desorden afectivo y la vulnerabilidad como estados comunes, no excepcionales.
Un lenguaje emocional sin dramatismos ni adornos
La manera en que CUCO aborda temas como la ansiedad o la confusión afectiva evita los extremos. No recurre al dramatismo explícito ni a la evasión elegante; se mantiene en la franja gris donde las emociones se viven sin nombre claro.
Su tono vocal, siempre ligeramente cansado o distante, funciona como extensión de ese estado. Lo que expresa no es apatía, sino una forma de vulnerabilidad que no necesita explotar para ser evidente.
Las letras, construidas con frases directas y sin intención de elaborar grandes metáforas, se sienten más cercanas a un diario emocional que a un manifiesto. Esa sencillez deliberada permite que la melancolía fluya sin convertirse en sentimentalismo.
La ternura como estructura, no como gesto
Aunque la suavidad es parte de su estética, no funciona como un recurso diseñado para sonar “dulce” o “romántico”. CUCO utiliza la ternura como forma de leer la confusión que aparece en la vida afectiva.
El cariño, el miedo a perder, la incertidumbre y la necesidad de cercanía aparecen integrados, no separados. Sus canciones no presentan una emoción y luego otra; muestran cómo todas se mezclan.
Esta mezcla es la que conecta con tantas personas jóvenes: no buscan historias épicas, sino un espacio donde la complejidad emocional tenga cabida sin exageración.
Desorientación como punto de vista creativo
Buena parte de su obra describe relaciones, pensamientos o estados de ánimo que no tienen un orden claro. CUCO no intenta organizar ese caos emocional; simplemente lo presenta.
Esa desorientación no es un defecto narrativo: es el fundamento de su estilo. A diferencia del pop que construye historias cerradas, CUCO deja las preguntas abiertas. Su música capta el momento antes de la decisión, antes de la ruptura, antes de la claridad.
Sobre bases de guitarra suave, sintetizadores que flotan y arreglos que parecen surgir desde un lugar muy íntimo, esa falta de dirección se convierte en un elemento estético. La desorientación se vuelve atmósfera.
La fuerza del proyecto no está en grandes declaraciones, sino en su capacidad para convertir pequeñas sensaciones en narrativa. Preocupaciones que no se verbalizan, afectos que no se confirman, pensamientos que se arrastran durante días: CUCO toma esos fragmentos y los transforma en canciones que no buscan resolución.
Eso explica por qué su música conecta con quien vive procesos similares: la vida emocional contemporánea rara vez se presenta con claridad, y CUCO no intenta fingir lo contrario.
Una sensibilidad que funciona sin pretender singularidad
Aunque su sonido combina influencias latinas, pop alternativo, psicodelia suave y elementos del bedroom pop, la cohesión no proviene del estilo, sino de la perspectiva emocional.
CUCO no compite por tener la canción más brillante o la producción más elaborada; su interés está en registrar un estado, una sensación o una duda.
Esa constancia —trabajar siempre alrededor de la melancolía sin caer en repetición— es lo que le ha permitido crear una identidad sólida en una escena donde la saturación emocional suele ser una estrategia más que una convicción.
CUCO en Foro Puebla
El próximo 27 de noviembre, el Foro Puebla recibirá a Cuco en una noche que ya es sold out, confirmando el fuerte lazo que el cantautor mexicoamericano mantiene con su público en México.

Como parte de su Ridin’ Tour, Omar Banos regresará a la capital para presentar su nueva etapa musical, un recorrido emocional que mezcla nostalgia, identidad y ese romanticismo suave que lo ha convertido en una voz imprescindible de su generación.








