¿Cuándo fue la última vez que compraste un CD? ¿Para cuántos viniles te alcanza con lo que destinas a música? ¿Streaming o mp3? Sendas discusiones siguen dividiendo a los puristas de la música, esos que sí se fijan en la calidad del audio, el amor al objeto o el empoderamiento del archivo. De dos años a la fecha, los sitios de descarga ilegal de música han comenzado a escasear, cada vez es mayor el riesgo de contraer un virus virtual vía sitios de dudosa procedencia, la policía cibernética anda con la pila bien puesta y la calidad de comprensión en los archivos, muchas ocasiones deja mucho que desear.
En tanto, el streaming legal ha venido a cambiar un poco el panorama. Con la entrada de Spotify a México hace un año, la gente ha dejado un poco de lado la compra masiva de música. En una entrevista con un medio local, Gustavo Daniel, director general de Spotify para Latinoamérica, declaró que de cada seis usuarios de teléfonos inteligentes en México, uno usa la plataforma, un indicador de la fuerza y alcance de Spotify en nuestro país, que ha servido para descubrir nueva música.
Uno de los reportes con mayor incidencia en la industria de consumo musical, el de Nielsen SoundScan, arroja que las ventas de música digital cayeron 2.6% en el primer semestre del año en comparación con el semestre anterior, llegando a 679.2 millones de unidades de las 698 millones del primer semestre de 2013.
En tanto, el formato físico en CD registró una disminución de 5.6%, llegando a 142 millones de unidades vendidas, frente a las 150.5 millones de unidades registradas a mediados de 2012, mientras que el consumo del vinil va en aumento, aunque aún se le considera de nicho, poco práctico en su portabilidad y con un resultado sonoro pobre si no se cuenta con un disco de calidad, acompañado además de un equipo de reproducción y salida de audio decentes. Los tiempos, hábitos y espacios para escuchar música en vinil son muy específicos y determinantes también.
Entre rabietas de injusticia argumentadas por Thom Yorke de Radiohead, experimentos sonoros un tanto redundantes como los de Neil Young y defensas a muerte del streaming por personajes como Moby, lo cierto es que el público masivo prefiere escuchar música regularmente en Spotify, Soundcloud, Grooveshark o incluso Youtube, este último poco práctico y con un consumo de ancho de banda considerable que parece no importar demasiado a la gente.
Difícil es ubicar al escucha, ya que no es lo mismo alguien que busca cosas muy underground, independientes que no figuran en Spotify, que uno al que no le importan demasiado las interrupciones de los anuncios en medio de su playlist habitual. Los melómanos (esa palabra tan chocosa para muchos) asiduos a la colección y al archivismo, prefieren almacenar la música como un documento; para ellos es importante cosas como el empoderamiento del archivo y la calidad sonora.
Freim se dio a la tarea de preguntar sobre plataformas, hábitos y perspectivas a escuchas atascados, profesionales y sistemáticos, que buscan cosas nuevas todos los días por todos los medios y soportes posibles, personas que aún gastan su dinero en música, descargan regularmente archivos o que están en constante exploración en vías como Mixcloud, Bandcamp o el mismo Spotify.
Fuera de la guerra monetaria de la industria musical, la cual ha puesto a trabajar a los músicos para no vivir sólo de la venta de su obra y ha ido modificando de a poco los hábitos, la cuestión vuelve a surgir: ¿Qué medio es el preferido? ¿Qué formato es más usado por los escuchas especializados, para los que los sonidos son algo importante en su vida? ¿Cómo sería su plataforma ideal? Los resultados son cada vez más disímbolos y hasta ambiguos entre sí, pero igual de interesantes e ilustrativos.
Para Alejandro Briones, músico y estudioso del audio, preocupado por la experiencia de escucha, es claro respecto a qué es lo mejor para apreciar música: “Me parece importante mencionar que la actividad musical en vivo es la mejor manera de escuchar música. Ahora, depende, hay soportes musicales totalmente dependientes de los medios en los cuales se documenta y se difunde (dígase casi toda la producción musical del Siglo XX está hecha para estudio de grabación y para ser escuchada como álbum). Mientras más cerca estemos a la plataforma original, tal vez sea mejor”.
En contraste, Hertz Sandoval, junkie musical y editora de medios especializados es tajante al respecto. Para ella, la discusión de qué soporte es mejor le parece ociosa y maniquea: “Es una gran ventaja de nuestra época poder disfrutar lo que nos gusta desde distintas plataformas: cada soporte tiene, digamos, su tesitura (…). El formato físico me permite una experiencia casi ritual que inicia con la cacería del material y se prolonga hasta poder reconocer las fisuras de un vinilo. Todo lo que hay en medio es simplemente hermoso: las sesiones de escucha, los colegas que encuentras en el camino y con quienes intercambias información de clavos y ofertas y, ya no digamos, la obsesión malsana con el objeto en sí. Pero esta experiencia es muy restrictiva en otro sentido, porque tengo poco dinero para invertir en cosas más allá de mis necesidades básicas. Entonces, cada que me hago de un disco soy muy feliz pero me quedo muy pobre, así que es una experiencia agridulce que sucede menos de lo que yo quisiera. Del formato digital, haciendo de lado la discusión de copyright y sostenibilidad económica (la cual no me parece nada ociosa), diré que simple y sencillamente me da acceso, sin límite alguno, al hermoso universo de la música y, también, es el formato que ayuda a que los músicos y los escuchas nos encontremos más fácilmente.”
Para Wenceslao Bruciaga, periodista especializado y consumidor atascado de música, el asunto no es tan polarizado, aunque encuentra puntos en común con Hertz Sandoval: “No creo que exista la lógica de una plataforma mejor que otra. Cierto que hace bastantes años ya que medio abandoné los cedés, pero supongo es una mera cuestión de dos vertiginosos auges del mercado de hoy al que no puedo o no quiero escapar: las descargas digitales y el fetichista revival de los viniles. Definitivamente el formato digital es una gran herramienta para hundirte hasta el vómito de géneros, nuevas propuestas o sesiones de música electrónica sin interrupciones. Lo que me gusta de todo ese infinito digital, lo compro en vinil. Por otro lado, cada que tengo oportunidad, me lanzo a los botaderos o tiraderos de compactos de las grandes tiendas de música. Cada vez encuentras más joyas. Recién conseguí varios cedés de los Replacements en 49 varos.”
Sin embargo, una cosa es lo que nos parece mejor para escuchar música y otra muy distinta es lo que sucede en la vida real, como bien matiza Sandoval, ya que el trabajo de oficina, las horas frente a la computadora y la practicidad de escucha pesan, y mucho.
“A pesar de que considero al vinil como mi favorito, el formato que más utilizo en el día a día es digital, específicamente AAC, pues es el formato que utiliza Apple en sus dispositivos móviles. He encontrado en iTunes algunos álbumes remasterizados específicamente para este formato cuya calidad no está peleada con la compresión de lo digital, y he quedado muy satisfecho.
“Otra de las razones es – y comprendo que esto es algo muy personal- el ritual nostálgico que se genera al escuchar un disco en vinil. Soy muy fan de los gatefolds que incluyen el arte original, o las hojas con las anotaciones técnicas sobre los estudios en los que fue grabado el disco, quién lo produce, quién lo mezcla, el ingeniero, los músicos colaboradores etc. Ver los artes, las fotos en tamaño más grande para mí es algo que vale mucho la pena”. (Eduardo Ch., coleccionista de discos, periodista especializado y consumidor selectivo de música).
“En lo personal, mi manera de escuchar música digital es un poco rústica: Descargo discos y los escucho en mi iTunes. Pero para conocer música nueva uso todas las plataformas digitales. Categorizando serían: YouTube, Spotify, Bandcamp, Soundcloud.
“Y pues físico, honestamente para mi ningún formato ha muerto, escucho diario viniles, pero seguido pongo algún tape o CD, original o quemado. De hecho el ritual de sacar las fundas donde se guardaban muchos cedés sueltos me encanta: vas pasando las páginas de esas fundas y viendo los discos se van contando historias o momentos vividos con cientos de soundtracks.” (Iván Luna, músico y editor del sitio La Hoja de Arena).
El futuro
A estas alturas del partido, ¿sería viable pensar en un soporte o plataforma para escuchar música ideal? ¿O ya se inventó el hilo negro?
Rubén Vázquez, catedrático de la UNAM y especialista en medios digitales, arguye: “Creo que la onda va ya no tanto por conservar la música, sino por escucharla y compartirla. Escuchar música ahora es un acto social, más que individual y por ello, tienen que volverse más sociales. Además, tienen que volverse más inclusivas y considerar a artistas que no tengas disqueras o promoción”.
En contraste, Eduardo Ch. dice: “Me imagino una plataforma en la que el artista (sin intermediarios) suba su material para darlo a conocer. Que sea escuchable un par de ocasiones y que el usuario, si es que ha disfrutado el material, tenga la opción de ordenar directamente de la banda el material físico sea en vinil o en CD o incluso la descarga del material digital”.
Si bien, medios como Bandcamp van acercándose a esta idea, Iván Luna apunta a una idea un tanto más matizada: “A mí me gustaría una donde el artista reciba algo a cambio de dinero. Sé que ya existe eso en Bandcamp, por ejemplo, pero más que condicionar costos, que sea algo voluntario. Hay músicos en México y el mundo que viven de su arte, entonces no es fácil. Me gustaría que los artistas reciban algo a cambio al poner su música en línea. Ese es el tema. Que lo gratuito no tenga afectaciones a terceros”.
¿Y qué va a pasar con el streaming?
Wenceslao: “Creo que se permanecerá por un buen rato, dependiendo en paralelo a los avances de la tecnología portable. Se tienen que superar las posibilidades inalámbricas (lo odioso del streaming es que una mala conexión jode demasiado), probablemente poco a poco deje de ser tan gratuito y aunque sea un dólar habrá que pagar por algo. El futuro apunta más bien a los modelos de negocios en los que haya buenas ganancias y las bandas puedan verse beneficiadas. Sobrevivir al tiempo es otro gran reto”.
Hertz: “Creo que los formatos son sólo medios, vías. Y seguirán transformándose y adaptándose a nuestro ritmo de vida y al avance tecnológico. El streaming es producto de la inmediatez de nuestros tiempos, sinónimo de nuestro devenir, cada vez más veloz (…). La importancia o permanencia del streaming se la darán los propios usuarios con sus hábitos; al final, los formatos o productos sobreviven a través de la demanda. Así que le veo vida para rato, porque es útil. Eso sí, lo verdaderamente importante en esto, el encuentro músico-escucha, sigue teniendo su mejor plataforma en el acto en vivo, y esa no cambiará con nada.”
Eduardo: “Creo que se abrirán más y mejores opciones de servicios de streaming en el país, y los ya existentes crecerán tanto en la calidad de sus catálogos como en el número de usuarios que se acercarán a estos servicios, jóvenes sobre todo. Mientras se siga ofreciendo cierta “gratuidad” en esas plataformas existirá mucho público que llegará a ellas para quedarse”.
Rubén: “Considero que (el streaming) es el salvador de la industria musical; el formato freemium es lo que rige en la red y Spotify, por ejemplo, lo utiliza muy bien. Cobrar una renta mensual por descargar canciones me parece adecuado. Además, la posibilidad de escucharlas directamente en la red me parece mejor, pues tus listas están disponibles en todas partes siempre y cuando haya red.
“Creo que el futuro del streaming será desarrollar algoritmos cada vez más precisos y seguir con el formato freemium, además, podría incluir otro tipo de contenidos en el estilo NetFlix o Flipboard y crear una mayor interacción entre usuarios para que se conviertan en redes sociales”.
Alejandro: “Ahora resulta abierto y puede ser una interesante plataforma para profundizar un gusto muy específico (el streaming). Lamentablemente, me parece que el internet se volverá una plataforma más de consumo desmedido. En un futuro no muy lejano, en internet se verá solamente lo que se quiera visible por un pequeño grupo económicamente hegemónico”.
Iván: “(El streaming) Va hacia una mayor apertura. Eso me gusta. Para los que vivimos en el DF, el viejo ritual de ir al Chopo, Mix Up, Tower Records, etc., a descubrir discos nuevos ya no lo imagino tanto en esta época. A corto-mediano plano, lo sigo imaginando como algo más amplio y común para las nuevas generaciones”.