En un mundo saturado de ruido, Paloma Morphy optó por hablar con suavidad. Hoy, su voz resuena, pero conserva esa calidez íntima que invita a escuchar con el corazón abierto. Lo que comenzó como un escape personal —un TikTok, una canción escrita desde el dolor— hoy es una propuesta artística que mezcla autenticidad, crudeza y comunidad emocional.

De abogada a voz emergente

Antes de subirse al escenario, Paloma era abogada penalista en la Ciudad de México. Hasta que decidió arriesgarlo todo tras un consejo de su amiga Bombón: subir un video cantando a TikTok. “Empecé a subir covercitos y les empezó a ir superbién. Renuncié a mi trabajo y un día me invitaron a cantar a un café… resultó que Jos era compositor y nos volvimos chiles”, contó en una entrevista. Esa casualidad marcó el inicio de su carrera musical.

Au: del dolor al oro

El título de su primer álbum, Au, es un juego simbólico: alude al dolor y al oro —“au” como grito de dolor, y Au como símbolo químico del oro. En entrevistas ha compartido que el proceso creativo la ayudó a salir de un momento oscuro: “Estaba deprimida… pero cuando empecé a hacer música… el futuro me empezó a emocionar. Au me salvó. Mi música me salvó”.

Producido por Pablo Stipicic, el álbum fusiona pop, electrónica e indie. Cada canción surge como un experimento emocional guiado por el instinto y la necesidad de narrarse en voz propia. “No es un proceso, son mil. Cada canción es su propio mundo… cada una te va guiando”, explica Paloma sobre su forma de componer.

Las 13 canciones de Au abordan temas como el abuso sexual, la codependencia, la ansiedad, el desamor, la salud mental y la reconciliación familiar. Pero nunca lo hacen desde la solemnidad. Paloma afirma: “Todas estas canciones yo las escribí valiendo caca… pero a pesar de que yo estaba muy triste, siempre fui una persona muy alegre”. Esa dualidad —tristeza alegre— es el corazón de su proyecto.

Canciones como “me cuesta creer” abordan la dificultad de confiar, mientras que “SEB” fue una carta para su hermano, pieza clave en su proceso de reconciliación. “1 tipo nuevo”, por su parte, nació como una canción para su mamá, aliada incondicional en su sanación emocional.

El instinto, estética y comunidad de Paloma Morphy

Paloma construye desde lo visceral, incluso en su estética. Una mezcla de sensibilidad Y2K, colores vibrantes y diseños espontáneos. “Todo es el gut… soy multifacética… no quiero que me conozcan y me amen o me odien por quien soy”, ha dicho. En redes como TikTok o Instagram, crea un universo coherente entre música, estilo y narrativa personal.

Además, su discurso sobre salud mental la ha convertido en una figura de referencia para una audiencia que encuentra en sus canciones un espejo emocional. Sin caer en clichés, Paloma canta desde la herida, pero también desde la risa, la ironía y el cariño.

Un espejismo gigante

Hoy, reconocida por medios internacionales y plataformas de streaming, Paloma sigue creciendo desde la intuición. “Estoy cumpliendo mi sueño desde que era un microbio… tenía muchas cosas superatoradas que me urgía sacar”, dice.

Su propuesta es honesta, íntima y resonante. En tiempos donde lo emocional se oculta o se estandariza, ella lo presenta sin filtro. Paloma Morphy no brilla por su estridencia ni su perfección: brilla por su capacidad de hacer que el silencio cante.

GirAu: el espacio colectivo del silencio cantado

Su primera gira, GirAu, comienza el 8 de agosto en el Lunario del Auditorio Nacional, con localidades agotadas desde semanas antes. Canciones como “Au” o “me cuesta creer” se prestan a un formato íntimo, ceremonial: espacios donde el silencio se sostiene con voz.

De los silencios a los escenarios: cómo Paloma Morphy encontró un refugio en la música

Paloma no busca ser una estrella pop tradicional. Busca ser esa canción que acompaña cuando nadie más parece entender. Su comunidad escucha con los ojos cerrados, como quien necesita una mano. Su música es una conversación sin juicio.