Fotos extraídas de la cuenta de Twitter de David Gaitán @gaitan511
El pasado 13 de agosto, tuvimos la oportunidad de estar en la obra de teatro Edipo: nadie es ateo. Presentada en el Teatro Esperanza Iris en el corazón del centro histórico de la ciudad, este montaje se plantea a partir del célebre mito original de Edipo Rey. Se trata de la versión de David Gaitán que escribe, dirige y actúa en torno a una disertación basada en el concepto de verdad, lo trascendente del ámbito íntimo y público.
La obra analiza las implicaciones sobre buscar la verdad, tenerla y no quererla ver, entender si la ciencia y el destino se cruzan en algún punto de la vida de los hombres. La obra transcurre al interior del palacio, donde Yocasta y Edipo se aman pero también se enfrentan, como gobernantes y como seres humanos, lo que los lleva a disolver la línea divisoria entre lo público y lo privado.
La tragedia de Edipo ha trascendido hasta nuestros días debido a la condena hecha por el oráculo: matarás a tu padre y te acostarás con tu madre. Todos alguna vez fuimos convocados en la preparatoria para conocer esta tragedia griega y era una experiencia fuerte, confrontarse con la idea de destino. Sin embargo, Edipo: nadie es ateo, realza, maximiza, argumenta el tema de una manera excepcional y actual.
De manera muy cercana y respetuosa, David Gaitán se basa en la tragedia de Sófocles para ir construyendo su dramaturgia. Con Carolina Politi (Yocasta), Adrián Ladrón (Creonte), Diana Sedano (Tiresias), Ramon Morales (mensajero); se teje una historia profunda con tintes contemporáneos en su argumento.
La premisa, más que hacer énfasis en personajes griegos, se trata de la humanidad de los personajes, sus debilidades, fortalezas o inseguridades. Para ello, el reparto está lleno de matices en cada personaje, dejan fluir sus deseos en el marco del destino que se encuentra escrito. La obra nos muestra imágenes fuertes, al inicio, lo que figura ser la muerte de un bebé, luego, la pasión desenfrenada entre un hombre y una mujer. Finalmente, concluye en el diálogo entre una madre y su hijo.
Esta presentación en el Teatro Esperanza Iris, en palabras de David Gaitán, no es más que un pretexto para hacer un homenaje a Alejandro Luna, escenógrafo e iluminador de gran trayectoria que con su propuesta, logra engrandecer la dramaturgia de la obra trágica. En forma diagonal coloca una mesa muy grande con pilares tipo griegos que bien puede servir para momentos intensos de pasión, como para un lugar de deliberación.
Resaltan los recursos dramáticos que se muestran, por ejemplo, en el megáfono para anunciar las consecuencias de la verdad que trae la vida de cada personaje. Los símbolos se despliegan en el escenario como la presencia de un elefante gigante que remite a la parábola de los ciegos y el elefante que dice que “estando la verdad en su cara, no la pueden ver”.
Sin duda, Edipo: nadie es ateo, es una obra que estará vigente en todos los tiempos ya que la tragedia va más allá de la premisa original, puede ser interpretada en distintos ámbitos incluso con la idea o concepto de fé. No pierdan la oportunidad de verla.