Hay grupos que se forman para tocar, y hay otros que se forman para resistir. El Tri pertenece a la segunda categoría. Desde sus primeros acordes en los años setenta, Alex Lora entendió que hacer rock en México era más un acto político que musical: tocar significaba desafiar a las autoridades, al moralismo y a la indiferencia social. Por eso, cuando las puertas de la radio y la televisión se cerraron, El Tri no se disolvió: se volvió más fuerte.

En una época donde el rock era considerado una amenaza moral, Lora y su banda —entonces conocidos como Three Souls in My Mind— fueron expulsados del circuito comercial, relegados a los “hoyos fonquis”: espacios improvisados en bodegas, mercados y canchas donde el sonido crudo de la calle encontró refugio. Sin saberlo, la censura estaba dándole forma a uno de los proyectos más longevos, honestos y contestatarios del país.

El rock prohibido

A inicios de los setenta, México vivía la resaca de 1968. El gobierno reprimía con la misma fuerza las manifestaciones políticas y las expresiones culturales que olieran a rebeldía. El rock —por su origen extranjero y su potencial disruptivo— se convirtió en un enemigo del orden. Los medios nacionales lo vetaron, los festivales fueron prohibidos y los músicos que lo practicaban eran vistos con sospecha.

En ese vacío nació la mitología del hoyo fonqui: lugares marginales donde el pueblo se reunía a gritar lo que no podía decir en voz alta. Allí, Three Souls in My Mind dejó de cantar en inglés para hacerlo en español, creando un lenguaje que por fin le pertenecía a la calle. Fue un gesto revolucionario que cambió para siempre la historia del rock mexicano.

La censura como escuela

Paradójicamente, esa represión sirvió de escuela. Al no depender de la industria, El Tri aprendió a construir su propio camino: autogestionar conciertos, producir discos con recursos mínimos y mantenerse cerca de la gente. La censura los obligó a inventar su propia manera de existir.

Y cuando la represión se relajó, la banda ya no necesitaba la aprobación de nadie. Habían conquistado a un público que se veía reflejado en sus letras: obreros, estudiantes, vendedores ambulantes, taxistas. En todos ellos resonaban frases como “no le tengo miedo al policía” o “no hay respeto por los chavos banda”.

De marginados a símbolo nacional

Con el paso del tiempo, El Tri cruzó fronteras culturales. Lo que empezó como resistencia terminó convertido en patrimonio. Alex Lora pasó de ser un provocador marginado a recibir homenajes oficiales. Sin embargo, su actitud nunca cambió. Su figura conserva esa energía de la contracultura setentera, esa mezcla de sarcasmo, crítica social y desmadre que desafía incluso al sistema que alguna vez lo censuró.

Hoy, cuando el rock ya no es un enemigo del Estado sino un género institucionalizado, la historia de El Tri recuerda que toda libertad artística tiene un costo. La suya fue la marginación, pero también la autenticidad. Y es esa autenticidad —esa voz que nunca pidió permiso— la que lo mantiene vigente, incluso en un panorama donde el rock parece haber perdido su filo.

El eco que no se apaga

La censura moldeó el carácter de El Tri, pero no lo domesticó. Lo hizo resistente, sarcástico y brutalmente honesto. A medio siglo de su nacimiento, sus canciones siguen funcionando como espejo: reflejan la misma rabia y humor con que México sobrevive día a día.

Quizá por eso, cuando Alex Lora grita desde el escenario “¡Que viva el rock and roll!”, no es una consigna nostálgica. Es una advertencia: mientras exista inconformidad, El Tri seguirá tocando.

El Tri y su show sinfónico en Auditorio Nacional

El Tri presentará su Simplemente Sinfónico en Auditorio Nacional

Este 12 y 13 de octubre de 2025, cuando El Tri, la banda liderada por Alex Lora, se presente en el Auditorio Nacional con su espectáculo Simplemente Sinfónico. Una propuesta que une la fuerza del rock con la majestuosidad de una orquesta, y que promete ser un antes y un después en la longeva trayectoria del grupo.

Entre el rock y la rebeldía: la censura que moldeó el carácter de El Tri

La primera función del 12 de octubre ya cuenta con últimos boletos, mientras que el 13 de octubre se abrió como nueva fecha para atender la alta demanda. Los accesos están disponibles a través de Ticketmaster y en taquillas del Auditorio Nacional.