Después de seis años de silencio discográfico, Torreblanca regresa con un proyecto que no se conforma con sonar: quiere ser visto, sentido y vivido. Su nuevo material, cuyo título tentativo es Protocolo de Caídas y que aún está en proceso de definición, funciona como un manifiesto sobre la resiliencia y lo inesperado, pero lejos de quedarse en la metáfora, se traduce en canciones que invitan a mover el cuerpo y a abrazar la vida desde el gozo.
Desde sus primeros pasos en 2007, Torreblanca se ha distinguido por no ser una banda convencional dentro de la escena alternativa mexicana. Más que un grupo de pop-rock, siempre han apostado por una experiencia cercana al teatro: letras cargadas de imágenes, narrativas casi cinematográficas y presentaciones que parecen diseñadas como una obra con guion, atmósfera y complicidad con el público. Esa esencia, ahora potenciada, regresa para recordarnos que un concierto también puede ser un espectáculo escénico.
El mejor ejemplo llegará en su presentación en el Lunario del Auditorio Nacional el próximo 10 de septiembre. No solo se trata de celebrar un cumpleaños o de mostrar nuevas canciones, sino de transformar el espacio en una fiesta compartida. Torreblanca invita a sus seguidores a llegar vestidos de fantasmas, proponiendo un juego escénico donde la barrera entre público y artista desaparece. El escenario deja de ser un lugar elevado: se convierte en un territorio común, donde cada persona participa del ritual.
En un panorama donde emergen propuestas frescas cada semana, Torreblanca apuesta por algo distinto: hacer de la música un acto vivo, cercano y colectivo. Mientras muchos proyectos buscan conectar desde lo digital, lo suyo es crear un momento irrepetible que se sienta en el cuerpo. Sus shows no son solo para escuchar canciones, sino para habitarlas, moverlas y compartirlas en comunidad. Esa frescura es la que mantiene vigente a un proyecto que, lejos de repetirse, se reinventa con cada caída y levantada.
El nuevo disco en construcción sigue esa misma lógica: canciones que oscilan entre lo íntimo y lo bailable, entre la vulnerabilidad y la catarsis. Como una obra dividida en actos, la música de Torreblanca tiene silencios que invitan a la reflexión y estallidos que hacen imposible quedarse quieto. Todo bajo la premisa de que el arte, más allá de playlists o algoritmos, tiene su verdadera fuerza en el contacto humano.
En tiempos donde la música a veces parece volverse efímera, Torreblanca recuerda que todavía existen propuestas que no solo se escuchan, sino que se viven. Su regreso no es un simple lanzamiento: es una invitación a formar parte de un ritual colectivo, donde caer y levantarse se convierte en un baile compartido.
Torreblanca en el Lunario
Este 10 de septiembre en el Lunario del Auditorio Nacional. Ese día, Torreblanca encenderá una velada donde la música se entrelaza con la poesía, y lo hará acompañado de una invitada muy especial: Mariel Mariel, quien sumará su energía vibrante a un concierto que promete ser inolvidable.
Los boletos estarán disponibles a través de Ticketmaster y en las taquillas del Auditorio Nacional, con precios de $854.00 MXN y $1,037.00 MXN.








