A lo largo de casi quince años, el Corona Capital ha pasado de ser un experimento alternativo a consolidarse como el festival más influyente de la región.
Entre tormentas eléctricas, regresos históricos y noches que rozaron lo mítico, su historia está construida a base de presentaciones que definieron a una generación de melómanos en México.
Comienza la cuenta regresiva hacia el Corona Capital y con ella, como ya es costumbre aquí en Freim TV, también da inicio a una serie de entregas semanales en las que revisaremos a fondo a los artistas que marcarán esta edición y, para continuar este recorrido les dejamos con las actuaciones que transformaron al festival en lo que es hoy: una línea del tiempo donde el pasado y el presente de la música se cruzan en un mismo escenario.
Especial Freim TV rumbo al Corona Capital 2025: Los shows que han transformado al festival a lo largo de su historia
Pixies – 2010: el arranque
Para nosotros, desde el inicio de “Where Is My Mind?” también fue el inicio de una nueva era para los festivales en México.
Con su presentación inaugural, Pixies no solo encabezaron el cartel, sino que marcaron el tono del Corona Capital: alternativo, honesto, sin necesidad de concesiones.
Frank Black cantó con una energía que parecía consciente del momento histórico.
Esa noche, la ciudad descubrió que el indie podía llenar un autódromo.
Portishead – 2011: el silencio como vértigo
La aparición de Beth Gibbons bajo una luz tenue fue suficiente para cambiar el aire del lugar.
Sin estridencias ni pantallas, Portishead ofreció un set en el que la fragilidad se convirtió en fuerza.
Cada pausa tenía peso, cada nota retenía el aliento del público.
Fue la primera vez que el festival se enfrentó al poder del silencio y entendió que la intensidad no siempre viene del volumen.
New Order – 2012: la nostalgia que no envejece
La presentación de New Order en 2012 fue una reconciliación entre épocas.
Sin Peter Hook, pero con la misma tensión melódica, el grupo demostró que la nostalgia no tiene por qué ser un ancla.
“Temptation” y “Blue Monday” sonaron con un pulso fresco, más preciso que melancólico.
En lugar de mirar atrás, la banda sonó como si aún estuviera inventando el futuro.
Sigur Rós – 2013: el idioma del asombro
En 2013, Sigur Rós ofreció un concierto que más que escucharse, se sintió.
Entre neblina blanca y destellos azules, el grupo islandés construyó un paisaje sonoro que parecía respirar.
Jónsi cantaba en una lengua que nadie entendía pero todos reconocían.
El público permaneció en silencio, como si romperlo fuera una falta.
Fue uno de los momentos más hipnóticos y emotivos que ha vivido el festival.
M.I.A. – 2013: el caos luminoso
En 2013, M.I.A. tomó el escenario como quien toma una plaza pública.
Su mezcla de beats globales, crítica política y estética pop desbordó cualquier categoría.
Entre banderas, luces y baile, “Paper Planes” se convirtió en un acto de afirmación colectiva.
Una irrupción: un manifiesto sobre cómo la cultura puede ser protesta y celebración al mismo tiempo.
Massive Attack – 2014: sombras que respiran
El concierto de Massive Attack en 2014 fue un punto de inflexión en la historia del festival.
Con visuales minimalistas y mensajes políticos proyectados en pantallas negras, el dúo británico construyó una atmósfera que combinaba belleza y tensión.
Cada golpe de bajo era una advertencia, cada voz, una súplica.
Pocas veces el Autódromo se sintió tan quieto, tan concentrado, tan vulnerable ante el poder del sonido.
Belle and Sebastian – 2014: la elegancia del detalle
El mismo año en que Massive Attack llevó la oscuridad al escenario principal, Belle and Sebastian ofreció lo opuesto: un concierto luminoso y minucioso.
Stuart Murdoch dirigió a la multitud con la naturalidad de quien cuenta una historia al oído.
“Piazza, New York Catcher” y “The Boy with the Arab Strap” fueron pequeñas celebraciones de lo cotidiano.
Una presentación que recordó que la sutileza también puede llenar un festival.
The Libertines – 2015: el desorden necesario
El reencuentro de The Libertines en 2015 tuvo la energía del caos que siempre los acompañó.
Pete Doherty y Carl Barât compartían micrófono como dos viejos enemigos que aún se entienden.
El sonido era irregular, los gestos improvisados, pero el público no pedía perfección, pedía verdad.
Fue un concierto que recordó de dónde viene el espíritu del festival: del riesgo.
Kraftwerk – 2016: el futuro en 3D
Los pioneros del techno regresaron al país con una presentación que fue más ingeniería que espectáculo.
El 3D no era un truco visual: era una coreografía de precisión entre imagen y frecuencia.
Kraftwerk demostró que la modernidad no envejece, solo cambia de textura.
Su concierto no buscó emoción inmediata, sino una idea más abstracta: la del ser humano fundiéndose con la máquina, en perfecta sincronía.
LDC Soundsystem 2016: la comunión del ritmo
La misma edición presenció otro punto alto con el regreso de LCD Soundsystem.
James Murphy convirtió el Autódromo en una pista de baile mística con “Dance Yrself Clean” como detonador colectivo.
Fue una actuación que resumió el espíritu del festival: donde la electrónica, el punk y la emoción se funden en un solo cuerpo.
PJ Harvey – 2017: precisión y fuego
PJ Harvey llegó al Corona Capital con una banda de diez músicos y una claridad estética inusual.
Su set fue una obra construida con exactitud: vientos, percusiones y una voz que se movía entre la denuncia y la poesía.
“Down by the Water” y “The Ministry of Defence” sonaron con el peso de quien sabe que la belleza no siempre es amable.
Fue uno de esos conciertos donde la fuerza no grita, sino que se impone.
Nine Inch Nails – 2018: la furia contenida
Bajo luces rojas y un sonido que rozaba el límite físico, Trent Reznor ofreció uno de los actos más intensos en la historia del Corona Capital.
No hubo concesiones, ni espacio para la calma: solo electricidad y precisión quirúrgica. “Closer” se sintió más intensa que nunca y “The Perfect Drug”, como una purga emocional.
Fue un concierto que no buscó gustar, sino estremecer.
Tame Impala – 2021: el renacer
Después del silencio pandémico, Tame Impala convirtió su presentación en un regreso ritual.
Kevin Parker desplegó una psicodelia de luces y frecuencias que hizo del Autódromo un espacio inmersivo.
“Let It Happen” funcionó como mantra colectivo: miles de personas moviéndose al mismo pulso, respirando el mismo aire.
El festival volvió a sentirse vivo, y con él, una generación entera.
My Chemical Romance – 2022: el reencuentro
El regreso de My Chemical Romance fue pura descarga emocional.
Gerard Way apareció con la teatralidad de siempre, pero con un tono más sobrio, casi reflexivo.
“Helena” y “I’m Not Okay” encendieron el coro de una multitud que no cantaba por nostalgia, sino por pertenencia.
Fue una reconciliación entre la adolescencia y la adultez, entre lo que fuimos y lo que aún seguimos siendo.
The Cure – 2023: la noche infinita
El regreso de The Cure fue una muestra de cómo un concierto puede suspender el tiempo y Robert Smith condujo un recorrido que osciló entre la melancolía y la gratitud.
Sin grandes efectos, solo con canciones que pesan por sí mismas, el grupo logró algo inusual: un silencio reverencial entre miles de personas.
Paul McCartney – 2024: la consagración
El cierre de la edición 2024 con Paul McCartney no fue solo un hito para el festival, sino para toda una generación de asistentes.
Con Jack White y St. Vincent como invitados, el ex-Beatle convirtió su repertorio en un repaso emocional de seis décadas de historia musical y esa noche tuvo un cierre de diez, cerrando con “Hey Jude” ante un mar de voces.
Del rugido inicial de Pixies a la comunión nostálgica con McCartney, el Corona Capital ha documentado —y en muchos casos, definido— los últimos quince años de la música en vivo en México.
Entre el ruido y la emoción, sus escenarios han sido testigos de algo más que shows: fueron el espejo de una época donde la música se convirtió, otra vez, en una forma de identidad colectiva.

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