Al entrar a Estudio 13 no se escucha el silencio: se escucha la memoria. El eco de una toma de cuerdas, el rastro de una voz afinando antes del primer verso, o el golpe seco de una baqueta que da inicio a otra canción destinada a quedarse. En este recinto de la Ciudad de México, la música no solo se graba: respira, muta, se repite hasta encontrar su forma definitiva.
Desde hace 25 años, Estudio 13 ha sido testigo y cómplice de algunos de los momentos más importantes de la música latinoamericana. Aquí Armando Manzanero dejó una última huella junto a Carlos Rivera; aquí Mon Laferte moldeó Autopoiética, el álbum que le valió un Latin Grammy; aquí Camilo y Greeicy transformaron la intimidad en ritmo con Jacuzzi. No es casualidad. Detrás de cada canción grabada en este lugar hay una mezcla precisa entre técnica, calidez y respeto por el oficio.

Espacios con alma propia
El Estudio A, con su Live Room de doble altura, es la pieza central. Ahí se pueden reunir hasta 20 músicos al mismo tiempo, una rareza en una época en la que la mayoría de las producciones se ensamblan frente a una computadora. Es un espacio que vibra —literalmente— cuando una orquesta toca.
El Piano Room guarda una joya que impone respeto: un Bösendorfer Imperial de 97 teclas, uno de los pocos en su tipo. En ese instrumento se grabaron duetos que hoy suenan a historia, como Todavía de Manzanero y Rivera. Incluso fue escenario para Cuántas veces, el video en el que Carlos Rivera y Reik usaron el estudio como un personaje más.
Y en el Estudio B, más íntimo, se concentran las voces y los instrumentos solistas. María León ha grabado ahí gran parte de su trabajo; Camilo encontró el sonido exacto que buscaba para sus colaboraciones. “Cada rincón del estudio está pensado para el momento en que la inspiración se vuelve tangible”, explica Juanma Borbolla, Director de Negocios y Operaciones.
Un espacio para crear, no solo grabar
Pero lo que distingue a Estudio 13 no es solo su acústica, sino su manera de entender la música como comunidad. Bajo la plataforma E13+, el recinto organiza Master Sessions donde artistas y productores comparten su proceso creativo, Song Camps que conectan a compositores de distintas escenas y The Sound Lounge, un punto de encuentro que ya funciona como centro neurálgico para managers, músicos y productores.

Esta visión, que mezcla innovación, técnica y humanidad, ha convertido al estudio en un espacio vivo, más cercano a un laboratorio que a una simple cabina.
La historia continúa
Fundado en 1999, Estudio 13 no solo ha sido escenario de discos premiados, sino también del soundtrack de Coco, la película de Disney Pixar. Hoy, a través de su sello E13 Music y sus programas de formación, sigue abriendo espacio a nuevas voces que buscan la misma esencia: grabar canciones que no suenen a tendencia, sino a verdad.
En tiempos donde casi todo se mide en clics, Estudio 13 sigue siendo un lugar donde la música conserva algo que no se puede cuantificar: alma.
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