Suena el teléfono. El mensaje pregunta mi ubicación, sigo en la civilización y espero en un café. El remitente tenía un boleto extra para Fobia. Ese día me desperté pensado en que no iría, nunca los había visto en vivo. Confirmé que lo quería y corrí al metro más cercano.
El concierto empezaba a las 21:00, pero había que llegar antes para buscar el lugar, comprar la respectiva cerveza y esperar a que las luces se desmallaran. Corrí y corrí, crucé un cuarto de la ciudad esquivando personas y rogándole al Dios del rock que el metro no se detuviera.
Llegué en 45 minutos, tiempo récord para el día y hora. Era viernes y el clima apuntaba a lluvia. Los vendedores ya estaban desde la salida del metro: “¡llévese la gorra/playera del evento!”. Iba emocionada, ¿quién iba a decir que de estar tomando té, estaría cantando “El Diablo” en el Palacio de los Deportes?
Era la segunda fecha de la gira de aniversario de la banda mexicana Fobia, liderada por Leonardo de Lozanne: la segunda rebanada de Pastel.
21:20. Sonaba el intro que anunciaba la próxima salida de los músicos. El Palacio de los Deportes se iba llenando, no se veía lugar vacío: adultos, jóvenes y algunos niños iban esperando hacerle segunda a la voz de Leonardo. La primera fecha dejó un buen sabor de boca – cuentan – ¿ésta sería la excepción?, por supuesto que no.
Sonaba “Under Pressure”, de Freddie Mercury y David Bowie. Al terminar la canción las luces se apagarían y veríamos a Leonardo, Cha, Jay, Iñaki y Paco en el escenario. Una escena de la novela argentina Manuela se puso en la pantalla; dos mujeres discutían y una mandaba al diablo a la otra.
Ahí aparecieron los 5 integrantes de la banda cumpleañera. “El Diablo” abrió el concierto. El público explotó en un grito. Leonardo traía un traje que parecía gris a la distancia, Cha uno rojo, Iñaki camisa formal, Paco traje oscuro y Jay sin camisa, como es costumbre.
Todos estábamos de pie. Al terminar la primera canción, Leonardo dio las primeras palabras de agradecimiento; para unos la segunda rebanada de pastel, para otros, la primera. Más de 2 corazones coreaban ésa canción. Mientras cantaba, recordé que una amiga me contó con esa canción que estaba embarazada; ahora la escuchaba por primera vez en vivo y, ciertamente, no podía pedir más.
La pantalla mostraba imágenes rojas, azules y amarillas, colores que acompañaban la bendición de los gusanos. A veces, esos colores se intercalaban con los close-ups de la banda.
Una banda que, si bien hasta ese punto no tenía interacción con su público, sí conectaba con cada acorde que llegaba a los fans; mismos que los seguían desde el 90’ o antes, seguidores que ya tenían en la mente un setlist, que esperaban alguna sorpresa.
No hubo grandes cambios, el quinteto hizo un recorrido por su discografía, desde Fobia (1990) hasta Amor chiquito (1995). “Camila”, “Corazón de caracol”, entre otras, sonaron. El ánimo de los asistentes no bajó. La pantalla cambiaba: dibujos y colores acompañaban cada nota de los treintañeros.
“Mundo Feliz” liberó a muchos que cantaron a todo pulmón mientras un selva se veía en las pantallas. Verde, verde vida. El Palacio fue, por cerca de 2 horas y media, nuestro mundo feliz donde solamente la voz y la música de Fobia podía entrar.
Leonardo hablaba de vez en cuando y se movía en el escenario de un lado a otro. Cha, Iñaki y Paco estaban en su lugar, concentrados y dando sorbos a su cerveza, agua o vino. Jay, por otro lado, no agotaba la energía desde su batería.
Había quien imitaba el movimiento de sus manos, había quien decía que era un gran baterista y hacíamos bromas esperando alguna canción de su otra banda, Moderatto. “Maten al DJ” fue la sorpresa de la noche. Había fans veteranos que, escuchando las primeras notas, ya sabían de cuál se trataba. El público secundaba con un “no voy, no voy”, con las manos arriba y perdiéndose entre las luces.
“El cumpleaños” era la declaración de celebración. Un aniversario que se esperaba, que tuvo dos fiestas y ambas con un lugar abarrotado que unió su voz con la banda para corear “El Microbito”, “Rosa Venus”, “Revolución sin manos”, por mencionar algunas. ¿los seguidores habrán reforzado el porqué Fobia era de sus bandas favoritas y que la espera por esas dos fechas valió la pena para ser parte del festejo? Quizás.
Bailábamos. Nuestra voz se perdía con aquellas que pedían que Leonardo les hiciera un hijo o que Cha era el más chingón de todos. Fuimos de Venus a Júpiter, descontrolados, sacudidos, medio hipnotizados porque las canciones que nos ponen románticos ya estaban empezando, ¡veneno vil la música es!
Teléfonos grabando o dando luz, serpentinas de colores llenaron el recinto.
Nos sentíamos vivos, muchos crecieron con la banda, sufrieron la separación y sin embargo estaban en los treinta años, fecha imperdible. Quizá el único miedo que se tenía era que volvieran a pasar otros treinta años para verles y bueno si así fuera igual el lugar se llenaría. ¡Felicidades, Fobia!