Veinte años después de su primer disco, Dorian sigue sonando como una banda que mira hacia adelante. Su nuevo álbum, Futuros Imposibles (2024), no es solo una celebración de su trayectoria, sino una declaración de vigencia. Un trabajo que condensa todo lo que los hizo grandes —la melancolía, la energía electrónica, la poesía urbana—, pero desde una nueva claridad emocional.

Desde el primer tema, el disco revela un grupo cómodo con su propia historia, pero todavía inquieto. Futuros Imposibles no busca reinventar la rueda: busca entenderla mejor. Los sintetizadores brillan sin saturar, las guitarras acompañan sin imponerse y la voz de Marc Gili mantiene ese tono entre la calma y el desgarro que se ha vuelto una de las huellas más reconocibles del pop alternativo en español.

A nivel conceptual, el álbum gira en torno a la idea de la incertidumbre. Dorian siempre ha explorado la sensación de estar entre dos tiempos: lo que se fue y lo que viene. En este nuevo trabajo, esa idea se vuelve más luminosa. El futuro, aunque imposible de controlar, ya no aparece como amenaza sino como territorio emocional. Canciones como “Materia Oscura”, “Universal” o “El Sur” no buscan respuestas; buscan reconciliación. Son piezas donde la melancolía convive con el impulso de seguir caminando.

La madurez del grupo también se nota en las colaboraciones. Futuros Imposibles une generaciones y geografías: Rafa Val de Viva Suecia aporta intensidad; Santi Motorizado (Él Mató a un Policía Motorizado) da un aire nostálgico y terrenal; y Daniela Spalla suma un contrapunto melódico que acerca aún más el sonido de Dorian a América Latina. Estas presencias no funcionan como adornos, sino como diálogo. Dorian no se encierra en su identidad, la expande.

Musicalmente, el álbum se mueve entre lo electrónico y lo orgánico. Hay arreglos que recuerdan su etapa de La Ciudad Subterránea, pero con una producción más limpia y emocionalmente abierta. Los beats son precisos, las melodías se sienten amplias y los coros funcionan como pequeñas liberaciones. No hay prisa ni ansiedad por reinventarse: hay disfrute en la continuidad.

Lo más valioso de Futuros Imposibles es su honestidad. No es un disco que pretenda impresionar, sino conectar. Su sonido se aleja del dramatismo y apuesta por la claridad. Habla de crecer sin perder la chispa, de aceptar que el tiempo pasa, pero que el deseo de crear permanece. Dorian demuestra que la madurez no tiene por qué significar conformismo: puede ser expansión, descubrimiento, lucidez.

La gira que acompaña el lanzamiento refleja esa energía. Con presentaciones en Europa y Latinoamérica —incluido su concierto del 13 de noviembre de 2025 en el Teatro Metropólitan de la CDMX—, la banda celebra veinte años de historia con una puesta en escena que mezcla pasado y presente. Las luces, los visuales y la selección de temas resumen su carrera como un viaje circular: de la nostalgia al ahora, y del ahora a lo que sigue.

Aún hay boletos disponibles en Ticketmaster y en las taquillas del recinto

Futuros Imposibles: la madurez luminosa de Dorian

Futuros Imposibles confirma lo que Dorian ha sido desde el principio: un grupo que entiende que la melancolía no se cura, se baila. Y que incluso los futuros inciertos pueden ser hermosos si se iluminan con la música adecuada.