Molotov no necesita presentación: son la irreverencia hecha himno, la rabia convertida en rima, la burla hecha discurso. Desde su debut en los noventa, la banda mexicana se ha ganado un lugar incómodo pero necesario dentro del rock latinoamericano. Su estilo irreverente, políticamente incorrecto y brutalmente honesto ha hecho que canciones como “Gimme Tha Power”, “Frijolero” o “Puto” trasciendan generaciones. Lo suyo nunca fue solo provocar; fue exponer, desnudar las contradicciones del país a ritmo de bajo y batería.

Hablemos de Molotov y la sátira como herramienta política

El contexto siempre fue su mejor aliado. Molotov emergió en una época donde México se debatía entre la modernidad mediática y la censura disfrazada de moral. Mientras la televisión maquillaba realidades, ellos gritaban lo que muchos pensaban. Su lenguaje era su arma y la sátira, su escudo. “El carnal de las estrellas” es un ejemplo perfecto: una canción que retrata, entre riffs filosos y sarcasmo, la figura del productor influyente que controla la pantalla y las carreras de las celebridades, una crítica directa al poder mediático de Televisa. No lo decían con nombres, pero todos sabían de quién hablaban.

Y si algo distingue a Molotov es su capacidad para incomodar incluso a los más poderosos. En 2006, previo al Mundial de Alemania, lanzaron “Quiero Ver-golazos”, una parodia dirigida justo a las campañas futboleras de Televisa. En el video, con su característico doble sentido, ridiculizaban los clichés del espectáculo deportivo: comentaristas exagerados, mujeres en bikini, patriotismo vacío y una obsesión mediática por vender emoción en lugar de deporte. Era una burla al circo televisivo que envolvía al fútbol mexicano, una manera de decirle al público “esto también es manipulación, pero envuelta en lentejuelas”, el video fue borrado por Televisa, quienes quedaron expuestos ante el doble sentido de la canción.

Más de dos décadas después, su mensaje sigue vigente. En tiempos donde las redes sociales reemplazaron a la televisión como aparato de control, Molotov continúa siendo un recordatorio incómodo: la sátira sigue siendo una herramienta política. Su música no busca dar respuestas, sino hacer preguntas incómodas. Lo que empezó como una banda que mezclaba humor con protesta terminó convirtiéndose en una voz que, entre broma y broma, dice verdades que pocos se atreven a pronunciar.

Molotov no envejece, evoluciona. Cada generación que los escucha entiende que detrás del desmadre hay lucidez, y que a veces reírse del poder es la mejor forma de resistirlo.

Una cita con Molotov en Palacio de los Deportes

Treinta años después de haber sacudido al país con ¿Dónde jugarán las niñas?Molotov sigue siendo sinónimo de desobediencia. El próximo 30 de octubre de 2025 (con fecha agotada) y 31 de enero de 2026, la banda mexicana regresará al Palacio de los Deportes para demostrar que el poder del rock aún puede levantar la voz y agitar conciencias.

Hablemos de Molotov y la sátira como herramienta política

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