Hace algunas semanas me encontraba consultando mis fuentes de costumbre en busca de notas, cuando me encontré con la noticia de que Sir Paul McCartney había cancelado su gira por Asia y se encontraba hospitalizado. Los días pasaban sin alguna nueva noticia del ex Beatle, como es costumbre los rumores de una tragedia comenzaron a surgir hasta que afortunadamente Maca lanzó un video donde se le veía recuperado y quizá hasta más sano que antes, ¡todo un roble!
El fin de semana pasado llegué tarde a casa después de ir por unas reconfortantes cervezas, abrí la laptop de esa manera adictiva del día a día y me encontré con la noticia de que Tommy Ramone había muerto, acabando así con la banda que llevó el punk a los oídos de todo el mundo.
Me senté en la cama y me acordé de McCartney, de The Rolling Stones, de Dylan, de Clapton, de Elton John, de Waters, de Page, de Plant… Tuve una sensación agridulce.
Me alegré por haber tenido el gusto de convivir en el mismo plano temporal de autenticas leyendas vivientes del mundo de la música y la dicha de tener la oportunidad de ver en vivo a varios, sin embargo también me di cuenta de que estas leyendas no son inmortales, casi la mayoría ronda los 70 años y estamos entrando a una etapa donde cualquier enfermedad puede arrebatarnos a estos genios, sin avisar.
Fui por una cerveza al refrigerador, es lo que a Tommy le hubiera gustado como homenaje (o quizá no, quizá sólo quería seguir la fiesta), me senté en la cama de nuevo y me puse a pensar cómo sería la vida en unos cuantos años, cuando esos héroes musicales ya no se encuentren con nosotros.
Se nos están acabando las leyendas, fue la conclusión a la que llegué y lo peor, cuando esa generación se esfume ¿quiénes serán los sustitutos?. Al instante pensé en Thom Yorke, él y todo Radiohead ya han pasado la prueba del tiempo y están cada vez más cerca del olimpo auditivo, Bernard Summer y New Order se encuentran en esa misma categoría, quizá (y dudándolo mucho) Morrissey podría entrar también, pero ¿y los demás?
Con mi subjetividad pensé en Damon Albarn y Blur, los hermanos Gallagher y Oasis, pero, por más que ame a estos británicos, no creo que ninguno haya escrito su nombre con tanta fuerza aún para ser considerado una leyenda y eso que son músicos de los noventas, una generación atrás de los que somos veinteañeros.
Y si nos vamos a la generación del nuevo siglo, las subjetividades aflorarán diciendo que Casablancas y The Strokes son una leyenda, cosa que es falsa, ellos son una infladísima banda, diría yo (y no sólo yo, chequen las reseñas de sus últimos discos), alguien más pensaría que Interpol podría entrar, o Coldplay, pero no, en definitiva ninguna de estas agrupaciones han alcanzado el punto de innovación y exquisitez que alcanzó New Order o Radiohead y mucho menos The Beatles o Pink Floyd, ellos son otro nivel.
En el último trago de esa cerveza recordé una charla que tuve con un compañero melómano donde ambos llegamos a la conclusión de que de las únicas (y muy pero muy pocas) bandas de nuestra generación que podría llegar a ser consideradas leyendas dentro de muchos años, serían Arctic Monkeys.
Pero no, no es porque hayan encontrado el hilo negro, ni porque su música sea lo que el mundo esperaba, sino por ese extraño fenómeno que han tenido de pasar de ser una banda independiente a ser una banda escuchada hasta por las niñas pop que aman a One Direction, todo esto sin perder su esencia musical, en pocas palabras, lograron moverse al mainstream sin cambiar su sonido, conservando ese hype que mostraron desde su debut en 2005, consiguiendo un gran grupo de seguidores en todas partes del globo, desde niños de doce años hasta casi treintañeros nostálgicos.
Aun así ni ellos la tienen segura…
En un mundo donde la inmediatez hecha a perder todo cada día sale una nueva banda, con una propuesta ya sea gastada y aburrida o novedosa que intente romper con lo establecido, muchas veces esas propuestas se pierden en el mar de la internet y otras más salen a flote para luego hundirse como el Titanic (como Bloc Party, ¿alguien se acuerda de ellos?).
Lo que es un hecho es que se nos están muriendo las leyendas y no aparecen los sucesores, pareciera que estamos en una época donde la música no ha roto paradigmas como ocurrió en los sesenta y setenta o quizá muchas bandas son como los vinos y aún les falta mucho tiempo para poder coronarse como los reyes de la música, de cualquier manera hay que estar preparados para más noticias tristes, para más héroes que se alejen, para más tragedias musicales, recordando siempre que se pueden ir los nombres, los cuerpos, los rostros, pero la música seguirá ahí, en los viniles de nuestros padres, en casetes viejos, en CDs rayados y en nosotros mismos, convirtiendo a estos mortales héroes en leyendas inmortales.