Nick Cave tiene 60 años, una prolífica carrera de cerca de cuatro décadas y un silencio indecible en el corazón, derivado de la pérdida de uno de sus hijos. Con su semblante aún fruncido, enfundado siempre en un elegante traje que contrasta con su despliegue alborotado arriba del escenario, Cave ha probado ya su punto, reafirmándose desde diversas palestras como una de las voces más genuinas de su generación, un artista completo que es capaz de exorcizar al público con tan sólo un murmullo atravesado.
Sin embargo, no siempre fue así. Nick Cave ha pasado por diversas etapas, todas ellas llenas de una vitalidad y una búsqueda indecibles. El padre de los Bad Seeds, el elemento maldito de la Birthday Party y la voz más agreste de The Boys Next Door ha tenido un desarrollo vasto en su estilo, que lo mismo lo ha llevado a colaborar y aprender de artistas tan disímbolos como Kyle Minogue, Johhny Cash, Jarvis Cocker o Marianne Faithfull, entre otros.
Grinderman, The Die Haut, The Tuff Monks, películas, historias, poemas…Nick Cave ha pasado por etapas, estilos, épocas y por visiones de distinta velocidad e intensidad, un lujo que sólo los brujos más avezados pueden superar. En vivo, el equilibrio de Nick Cave & the Bad Seeds es riguroso, poco complaciente, pero particularmente paralizante, llevándonos de la oscuridad y el dramatismo contenido, al salvajismo shockeante de primer impacto, en un despliegue de poesía y alto calibre performático sin precedentes.
Desde su última visita a la Ciudad de México en 2013, la obra de Cave y las malas semillas se ha revestido de un halo lúgubre, derivado de la evidente pena que lo embargo. Empero, Nick Cave, acompañado del duro místico de Warren Ellis el resto de The Bad Seeds, se han montado en una nueva y selecta gira, como dice Cave: “la felicidad de continuar la vida a manera de venganza”, como parte de la promoción de su último disco, Skeleton Tree (2016) la cual tocará nuestro país el 2 de octubre en el Pepsi Center.
Mientras sucede la lenta espera, echamos un vistazo a las cuatro estaciones que han marcado el estilo y la voz genuina de Nick Cave, una de las voces más complejas y vastas de la música contemporánea.
1. El ángel caído del post punk australiano
Al principio sólo había buen rock, actitud punk y covers vaqueritos para pasarla suave.
De finales de los setenta a la primera oleada ochentera, Nick Cave era un hombre de las cavernas sin modales, más cercano, digamos, a los Cramps y a Iggy Pop, al No Wave neoyorquino post punk también, que al agreste letrista en forma de árbol seco que sería después. Rowland S. Howard y Mick Harvey son parte crucial de esta época.
https://www.youtube.com/watch?v=l5I2vEcVC_I
2. El poeta/vampiro maldito
Muchas drogas, mucha fiesta y no menos violencia. Cave decide emprender camino con sus malas semillas, más focalizado y gandalla que nunca, con un notable manejo del escenario y se torna en ese tipo temible, que confronta al público, cuida la línea y comienza a clavarse con la biblia, el sufrimiento y la oscuridad.
Esta es también quizás la etapa que le dio la fama final a Nick Cave, quien desde aquí ya comenzaba a confeccionar buenas rolas sosegadas al piano, con su dulzura intermedia. Sin embargo, esta dureza duró hasta inicios de los noventa.
3. El predicador que limpia las almas
Nick Cave es de esos artistas que han logrado revertir la violencia en algo aún más sórdido y agreste: las baladas del asesino, las letras que perforan el alma. Y es la época de los noventa en donde Nick Cave se vuelve en leyenda viviente que no pierde el rock vaquero y comienza a exorcizar almas en vivo.
Gritar desde el tuétano del alma herida, grave, como si este momento fuera a esfumarse en el borde del precipicio. Es en esta estación que Nick Cave echa mano más que nunca de los coros malditos y potentes de los Bad Seeds.
4. El dandy sigiloso
De 2001 a 2016 hay un trecho de cerca de seis discos, mismos en los que Cave se ha sabido refinar sin perder su filo en vivo, pasando de un rock sofisticado, elegante y poderoso, a una dulzura baladística sin precedentes, muy cercano al estilo de los Tindersticks, aunque con más saña.
Y si bien muchas veces ya no hay contundencia letrística como antes, sigue sorprendiendo su capacidad para desarrollar universos paralelos increíbles.
La cosa es que pese a viento y marea, esta etapa de Nick Cave es la más redonda, precisa y trascendente. Imperdible y excelso.