Hablar de Babasónicos es hablar de una banda que nunca se conformó con lo evidente. Desde los noventa hasta hoy, su música ha sido un territorio donde la sensualidad, el absurdo y la crítica social conviven en versos que invitan tanto a bailar como a detenerse a pensar. Esa tensión entre el placer y la reflexión, es la marca que los convirtió en un referente indiscutible del rock latinoamericano.
Babasónicos y el lenguaje como arma de dos filos
En más de treinta años de trayectoria, lograron un equilibrio raro: ser populares sin volverse predecibles, mantenerse vigentes sin repetir fórmulas. Cada disco parece empujarlos a un territorio nuevo, pero sin abandonar ese sello de ironía y provocación que los distingue. Ahí radica su permanencia: en esa capacidad de ser una banda que puede sonar familiar y, al mismo tiempo, desconcertante.
No sorprende, entonces, que su obra haya traspasado lo musical y se convirtiera en objeto de lecturas literarias. En Rubí, el escritor Walter Lezcano se acerca a Babasónicos desde la ficción, explorando lo que ocurre en la intimidad de una escucha nocturna. El libro confirma algo que los fans saben de sobra: que en esas letras cargadas de ambigüedad hay mucho más que melodías pegajosas; hay un lenguaje que despierta preguntas sobre la memoria, el deseo y el tiempo.
Uno de los ejemplos más claros de esa poética de doble filo (por citar un ejemplo) está en Vampi, una de las canciones más celebradas del grupo. Con un ritmo seductor y una aparente ligereza, la letra juega con la figura del vampiro no como monstruo clásico, sino como metáfora de la atracción peligrosa: un deseo que hipnotiza y, al mismo tiempo, amenaza con devorar. Lo fascinante es cómo Babasónicos convierte un recurso propio de la cultura pop en un relato ambiguo: lo que parece un coqueteo inocente se transforma en reflexión sobre la entrega, el poder y la vulnerabilidad frente a la pasión.
Vampi ilustra lo que la banda ha sabido hacer durante más de tres décadas: disfrazar en un estribillo pegajoso un universo de símbolos y contradicciones. El oyente puede quedarse en la superficie, bailar y cantar o sumergirse en un texto que habla, con humor y oscuridad, de los excesos humanos.
Ahora, la banda regresa a la Ciudad de México para presentarse en el Auditorio Nacional. El concierto promete un recorrido amplio: de himnos como Irresponsables, El Loco o Putita, hasta cortes recientes como Tajada y las canciones de Trinchera Avanzada, su último disco. Será, como siempre con Babasónicos, un ritual sonoro donde pasado y presente se cruzan sin nostalgia, sino como parte de una misma búsqueda.

Lo que convierte a Babasónicos en un fenómeno cultural no es solo su música, sino el aura que construyen alrededor de ella. Escucharlos es un acto que mezcla lo tribal con lo introspectivo, lo festivo con lo existencial. Un ejercicio de doble filo: placer inmediato y, a la vez, preguntas que incomodan. Y quizá ahí se encuentra el secreto de su vigencia: en recordarnos que, entre la provocación y la poesía, también se puede encontrar un espejo de lo que somos.
No hay mejor manera de experimentarlo que en vivo: Babasónicos se presentará el próximo 28 de agosto en el Auditorio Nacional, ofreciendo una oportunidad única de vivir su propuesta musical de cerca y disfrutar de una de las bandas más influyentes del rock en español.








