Hay lugares que no se limitan a servir comida: construyen una experiencia. Mammut Pizza pertenece a esa categoría rara en la que la pasión por la gastronomía y el cuidado por los detalles se traducen en algo más profundo que una buena pizza. Su propuesta, nacida en Morelia en 2021 y hoy expandida a varias ciudades del país, ha logrado algo que pocos restaurantes consiguen: interpretar la tradición napolitana sin perder la esencia mexicana que la sostiene.

El proyecto surgió de un grupo de emprendedores que entendieron que la pizza puede ser un acto de artesanía. De esa visión —y de la mano del chef Daniel Hernández— nació un concepto que respeta el rigor técnico de Nápoles, pero lo reimagina desde el gusto y la sensibilidad local. Las masas fermentadas entre 48 y 72 horas, elaboradas con harinas de alto contenido proteico; la mozzarella Fior di Latte; el tomate San Marzano; los insumos locales cuidadosamente seleccionados… todo responde a un mismo objetivo: ligereza, equilibrio y sabor.
Cada pizza en Mammut es una declaración silenciosa de técnica bien cuidada. La Margherita Mammut honra la receta clásica sin caer en la imitación; la Diavola se despliega con el picor justo; la Hot Honey lleva ese guiño contemporáneo que ya es un sello en la escena internacional; y la Bianca San Danielle muestra lo que ocurre cuando la sencillez se trabaja con precisión. Y sí, también hay pasta fresca: la Calamarata al Cognac y el Tagliatelle al tomate y queso recuerdan que la cocina italiana, cuando se hace con oficio, siempre puede sorprender.
Pero Mammut no sería Mammut sin su Spritzería. En un país donde el spritz se ha convertido rápidamente en un ritual urbano, este espacio toma la delantera con una selección de cócteles italianos pensados para convivir con cada platillo. A esto se suma la curaduría de vinos orgánicos a cargo de la sommelier de la casa: una propuesta que abraza la tendencia natural sin caer en modas pasajeras, diseñada para resaltar los matices de la cocina.

El crecimiento de Mammut Pizza no ha sido una expansión mecánica, sino una adaptación cuidadosa: cada sucursal cuenta con personalidad propia, respetando el entorno donde vive.
Morelia conserva el espíritu del inicio; Altozano suma una nueva experiencia a la escena local; Guadalajara, desde la colonia Americana, se integra al circuito gastronómico más efervescente de la ciudad; Querétaro, dentro de Finca Vivé by Freixenet México, se convierte en una parada para quienes buscan unir vino y buena mesa; y en Ciudad de México, Oxford 21 —entre la Diana Cazadora y el Ángel— ya es punto obligatorio para quien camina la colonia Juárez en busca de un buen plato.

Mammut también entiende cómo se come hoy: está presente en Open Table, en Uber Eats y ofrece un servicio de horno portátil para eventos privados, llevando su propuesta a donde la ocasión lo pida.
Lo que comenzó como una pizzería con estándares napolitanos terminó convirtiéndose en un ecosistema: cocina artesanal, coctelería italiana, diseño, hospitalidad y una comunidad que crece con cada sucursal. Mammut Pizza ya forma parte de la conversación gastronómica del país… y su historia apenas empieza.
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