Matthew Bellamy (vocalista & guitarrista), Chris Wolstenholme (bajista) y Dominic Howard (baterista) se conocieron en el colegio en los años 90. Después de ganar un concurso de bandas, decidieron continuar y formar Muse. Aunque oficialmente el grupo se fundó en 1994, fue hasta 1999 que publicaron su primer álbum, “Showbiz”.
Tras 20 años de carrera, con ocho discos, estadios abarrotados, récords en ventas y guitarras destrozadas, la agrupación es considerada como una de las mejores del rock alternativo.
Pero ¿qué tan benévolo ha sido esto? ¿En realidad su música ha evolucionado? ¿Más show que música?
Cuando un artista se somete a extensas giras, pocas horas de sueño y ensayos, es poco probable que tenga el hemisferio creativo al máximo. Aún así, los primero álbumes de los británicos se mantuvieron en las listas de popularidad de todo el mundo.
Actualmente el negocio de la música está regido por nuevas estrategias de mercado. Muchas discográficas y bandas han optado por seguir estos nuevos lineamientos que contrarrestan la caída del mismo, ofreciendo espectaculares presentaciones en vivo (es donde obtienen la mayor parte de ganancias), que liberar algún innovador disco de estudio.
Muchos de sus seguidores afirman que Muse ha ido perdiendo esa chispa que los caracterizaba, aquellos pianos, arpegios y su peculiar guitarra fx, han sido modificados para tocarse más en vivo, convirtiendo sus clásicos acordes en música para complacer a las audiencias en los estadios.
Cuanto más se aleje a Muse de ser “una banda de rock”, menos únicas serán sus producciones. Ver a Matt, Chris y Dominic en vivo es lo principal que mantiene a muchos de sus fanáticos con esperanza, y si eso desaparece, será muy difícil mantener el compromiso que han ganado de sus fans.
Pasarán de ser una banda reconocida por buenos espectáculos en vivo, y no por Bellamy, que es un compositor particularmente bueno.