A veces el rock alternativo necesita recordarnos que sigue vivo, palpitante y capaz de llenar recintos con la misma intensidad que en sus mejores épocas. Esa es la promesa de Nothing But Thieves, que llegará a la Ciudad de México el 31 de marzo al Pabellón Oeste con un concierto donde lo épico no está en el decorado, sino en la energía de cada acorde.

Nothing But Thieves en CDMX, una década que pesa como una consagración
Pocas bandas logran lo que este quinteto de Essex: mantenerse en la conversación durante más de diez años sin perder frescura. Su debut de 2015 cumple una década en 2025, y lejos de sonar como un recuerdo, sigue siendo referencia. En un contexto donde el indie británico ha tenido altibajos, ellos se han mantenido sólidos, entregando discos que combinan músculo rockero con un instinto pop que nunca cae en lo predecible.
Dead Club City y la distopía como escenario
Su proyecto más reciente, Dead Club City, y su edición extendida en vivo, muestran una banda madura, con la ambición de construir no solo canciones, sino universos narrativos. Conor Mason canta como si cargara el peso de un mundo al borde del colapso, mientras la instrumentación oscila entre lo industrial, lo electrónico y el rock más visceral. En vivo, esas piezas se transforman en experiencias físicas que trascienden lo discográfico.
Parte de la fuerza de Nothing But Thieves está en la voz casi sobrenatural de Conor Mason, un registro que puede pasar de la fragilidad confesional a un grito desgarrador en segundos. Es esa capacidad la que convierte canciones como “Amsterdam”, “Sorry” o “Overcome” en experiencias colectivas: himnos que nacieron en la intimidad del estudio pero que cobran su verdadera dimensión cuando son coreados por miles.
Boletos para Nothing But Thieves en CDMX
La Preventa Banamex comenzará el 3 de septiembre, mientras que la venta general arrancará el 4 de septiembre a través de Ticketmaster y en las taquillas del inmueble.
El concierto en el Pabellón Oeste será también un recordatorio: el rock alternativo, lejos de diluirse, sigue encontrando en bandas como Nothing But Thieves un vehículo para explorar tensiones entre lo íntimo y lo monumental. No es casualidad que tres de sus discos se hayan colado en el Top Ten del Reino Unido o que su propuesta reciba comparaciones con Radiohead y Jeff Buckley.
La cita del 31 de marzo es más que un concierto: es la oportunidad de presenciar a una banda en plena madurez creativa, capaz de transformar una noche en un viaje por emociones crudas y sonidos expansivos. Un espectáculo que confirma que, cuando se hace con convicción, el rock no envejece: se reinventa.








