En la Ciudad de México hay sonidos que regresan una y otra vez, sin importar el año, el gobierno de turno o la colonia donde uno viva. Panteón Rococó forma parte de ese paisaje sonoro: aparece en fiestas familiares, protestas, tianguis, unidades habitacionales, camiones, plazas, tocadas improvisadas y en cualquier sitio donde la música se use para juntar a la gente más que para separar generaciones. Su presencia no depende de modas ni algoritmos; depende de la forma en que la ciudad respira.

Una banda que creció al ritmo del movimiento urbano

A finales de los noventa, cuando la ciudad cambiaba de piel con rapidez —entre obras interminables, nuevas rutas de transporte y un ambiente social que exigía transformaciones profundas— Panteón Rococó comenzó a abrirse paso en pequeños foros y espacios autogestionados. Sus canciones encontraron atención inmediata no solo por el estilo ska-punk, sino por la manera en que hablaban desde la perspectiva de quienes viven la ciudad a pie: estudiantes, trabajadores, jóvenes que intentaban definirse en medio del ruido y la incertidumbre.

Mientras los discursos oficiales intentaban dar identidad a una capital en transición, la banda construía otra narrativa, mucho más cercana a la realidad cotidiana. Esa cercanía terminó dándoles un lugar que ninguna estrategia de marketing habría podido fabricar.

La CDMX como escenario, interlocutora y espejo

Las canciones de Panteón Rococó funcionan como una conversación continua con la ciudad. No la embellecen ni la romantizan. No la tratan como símbolo; la tratan como territorio habitado.
En sus letras aparece la tensión entre la alegría explosiva y la rabia contenida, el cansancio de los trayectos interminables, la necesidad de encontrar comunidad, la sensación de resistencia que tantas veces define la vida aquí.

Su música no busca ser un himno urbano; nació de la misma experiencia que vive cualquiera que toma el Metro en hora pico o cruza la ciudad con prisa. Esa coincidencia de vivencias permitió que diferentes generaciones se reconocieran en sus canciones, incluso sin haber compartido la misma época.

La dimensión emocional de lo colectivo

Cuando Panteón Rococó toca en la Ciudad de México, el público no responde solo desde el gusto musical. Responde desde un lugar más profundo: el reconocimiento de historias comunes. Para algunos, su música acompañó marchas estudiantiles; para otros, las primeras noches de independencia juvenil; para otros más, momentos difíciles en los que la ciudad parecía demasiado pesada.

La banda nunca se apropió de esa carga emocional; simplemente la dejó existir. Por eso sus conciertos aquí tienen una energía distinta: funcionan como puntos de reunión donde convergen personas con trayectorias muy distintas, pero unidas por la misma ciudad y por los momentos que vivieron con estas canciones como telón de fondo.

Lo que mantiene vigente a Panteón Rococó no es la nostalgia ni la repetición de un legado. Es la forma en que la ciudad sigue dialogando con su música. Cada nueva crisis, cada etapa de transformación urbana, cada movimiento social renueva el sentido de lo que interpretan.
Su repertorio no envejece porque la ciudad que los sostiene tampoco lo hace: cambia, se expande, se enoja, se celebra y se reinventa. En ese proceso continuo, sus canciones siguen encontrando nuevos interlocutores.

Una relación que sigue latiendo con fuerza

Hoy, Panteón Rococó continúa ocupando un lugar inusual dentro del panorama musical mexicano: un espacio donde convergen fiesta, protesta, identidad y comunidad sin que ninguno de esos elementos se imponga sobre los otros. Más que representar a la Ciudad de México, dialogan con ella. Mantienen un vínculo que se sostiene en la experiencia compartida, no en la idealización.

Por eso siguen presentes en tantos rincones. Porque en una ciudad que nunca se detiene, pocas cosas generan tanta cohesión como una canción que habla desde la misma trayectoria que recorren quienes la escuchan.

Panteón Rococó en Estadio GNP Seguros

Tres décadas después de su formación, el grupo regresa a la Ciudad de México para ofrecer una celebración masiva en el Estadio GNP Seguros los días 27 y 28 de noviembre, esta última como nueva fecha añadida por la alta demanda. Será un concierto monumental que marcará el inicio de la gira XXX Generación del 95 ¡Sonido Rococó!, un homenaje a su trayectoria y a la comunidad que los ha acompañado desde los primeros toquines.

Panteón Rococó: la memoria emocional de una ciudad que nunca deja de moverse

Los boletos para la nueva fecha estarán disponibles en Ticketmaster y taquillas del recinto, con preventa Banamex el 4 de abril y venta general el 5 de abril. Los precios van desde $488 hasta $1,830 pesos, según la zona seleccionada.