¿Les ha pasado que hay un evento o una fiesta muy importante que se presume como imperdible, a la que todo mundo quiere ir, pero que a la mera hora resulta que sólo van ‘los que tienen que ir’? Algo similar sucedió la noche del viernes 31 de mayo en el Palacio de los Deportes, con la primera visita de Soundgarden a nuestra ciudad.
Quince años después de su ruptura y tres del anuncio de su reagrupación, la banda de Chris Cornell, Kim Thayil, Matt Cameron y Ben Shepherd llegó a nuestro país para tocar para fans aguerridos, que pese a lo legendario de la banda sólo lograron llenar cerca del 50% de la capacidad del ‘Palacio’, lo cual demostró lo que muchos sabíamos: pese a su popularidad, Soundgarden es una banda más de culto que de los alcances de Pearl Jam o ya ni hablar de Nirvana, es espesa y pesada, básica e intrincada, básica hasta cierto punto, como bien pudimos presenciar en el show que dieron.
No importó el retraso de casi una hora para empezar, la falta de organización en la reasignación de lugares por parte del staff, el sonido ofensivamente agudo en algunas zonas del recinto, ni el calor del fin de mes en uno de los días más caóticos en la ciudad, para que el público disfrutara del complaciente (en el mejor de los sentidos), espesísimo y extenso setlits de los de Seattle.
En contraste, sin muchas intervenciones al micrófono, unas animaciones sencillas de producción y una buena iluminación, Soundgarden soltó ese rock machacón que tuvieran a llamarle grunge en su momento, lleno de solos macizos, una batería excepcional por parte de Cameron (esa experiencia de tocar con Pearl Jam lo evidencian como el más evolucionado de sus compañeros de grupo), y un Chris Cornell en excelente forma vocal pese a que ya le va bajando de tono y velocidad en algunas piezas.
Una deuda saldada con los amantes de las franelas y las botas mineras, una espinita sacada para los grungeros de cepa y un concierto memorable para la escasa multitud que se dio cita en el Palacio de los Deportes. Con un repertorio lleno de temas ponchados, colgados y ponedores, un último disco que si bien pasa desapercibido sigue sonando a Soundgarden, el grupo deja la impronta de la que aún es una de las mejores bandas de finales de los ochenta y la primera mitad de los noventa.
Setlist:
Searching with My Good Eye Closed
Spoonman
Jesus Christ Pose
Rhinosaur
Burden in My Hand
My Wave
The Day I Tried to Live
Been Away Too Long
Never the Machine Forever
Hunted Down
Drawing Flies
Non-State Actor
Loud Love
Mailman
Taree
Outshined
Superunknown
New Damage
A Thousand Days Before
Fell on Black Days
Blow Up the Outside World
Rusty Cage
Encore:
Flower
Like Suicide
Black Hole Sun
Slaves & Bulldozers