Por: Gilberto García Quintero
La primera vez que escuche a San Cisco no me conquistó de manera inmediata, aunque su música siempre me pone a bailar nunca han sido parte de mi top, su mezcla de funk con diferentes géneros es interesante y en vivo me parecía muy intrigante como lo ejecutarían. La noche era fresca, para fortuna de todos no llovió y la fila de acceso daba la vuelta a la calle, muchos fans impacientes por entrar, una chica fuera del recinto desesperada por vender el par de boletos que le sobraban, pero los revendedores le ofrecían menos de lo que necesitaba, pocos eran los que esperaban afuera de Sala.
San Cisco regresó a la CDMX para cautivar a más de uno
Adentro una mesa con mercancía oficial de San Cisco con algunos curiosos que solo pasaban a ver, otros que cazaban el recuerdo, pero esperarían hasta el final para adquirirlo, no querían que nada les estorbara mientras bailaban, a menos que fuera un vaso de cerveza esos si los que fueran, filas largas para poder comprarla, aunque si eran abundantes los valientes vendedores que pasan entre las partes más estrechas que se encuentra el público, a lado una chica que no había avisado que llegó a la ciudad pero ya estaba en el concierto más que lista para disfrutar a San Cisco.
Qué difícil es ser una banda de apertura, pero Pequeño Fénix apareció y con valor impactó a un público que desconocía su existencia. Originarios de Monterrey, con un rock pop bastante enérgico, una química en el escenario y una pasión increíble, la gente se resistía a su encanto musical, pero ellos seguían dejándolo todo ahí, agradeciendo a los que aplaudían, la banda con una gran referencia a Volver al Futuro se despedirían del escenario, dejando a algunos con ganas de más y a otros despistados preguntándose quienes eran, en el publico un “chistoso” abuchearía al grupo pero para su desfortunio se vería opacado por los aplausos del resto del lugar.
El momento que todos esperaban estaba por llegar, a pesar de que el Sala estaba casi lleno y ya era tarde había gente que aun ingresaba al lugar, algunos aprovecharon el cambio entre bandas para comprar más cerveza, ir al baño o salir a fumar, el resto se acomodaba de manera que nadie interrumpiera su vista y a la vez pudieran bailar. La música que siempre permanece de fondo se calló, para dar paso a las indicaciones de protección civil, sin embargo el público comenzaría a chiflar y gritar de tal manera que el ingeniero de audio tuvo que subir el volumen al máximo para que se pudiera escuchar el audio.
Por fin las luces se desmayaron, pero todavía pasamos un rato más en la penumbra, hasta que en el escenario apareció San Cisco, en ese momento el público exploto, lo raro no todo, aun más extraño, mientras algunos en la parte delantera saltaran y cantaran como si el mundo se fuera acabar, los de atrás permanecían inmóviles, y cantando a voz baja, una gran diferencia se notaba, frente a mí un novio que impedía que su novia bailara y saltara a gusto, empalagoso, pero no eso no le molestaba a su pareja, en el balcón, unos que no perdían de vista el celular, otros que platicaban como si estuvieran en un bar, el grito de San Cisco al unísono dejaría encantados a los músicos, que agradecían y solo callaban para escuchar al Sala extasiado.
Las canciones pasaban y los gritos cada vez eran más, los de atrás también se empezaban a mover, junto a mí un baile extraño sucedía, dos completos desconocidos comenzaron a bailar en pareja, a como las música los llevara, no había más en ese momento, solo ellos y San Cisco, que bonito seria escribir que después de eso se besaron y se enamoraron, pero los dos iban con su respectiva pareja.
El encoré llego muy temprano, pero al regreso un momento acústico nos esperaba, un trío de amigos encendía la lámpara de su celular y después todo el recinto lo haría, Jordi Davieson agradecería que hicieran esa canción mágica con ese espectáculo de luces. Un show que termino de manera prematura, pero que dejo a todos con un gran sabor de boca, esperando los australianos regresen pronto a nuestro país, esta vez con un espectáculo de más de una hora y ahora si en un recinto más grande que el Sala, porque sin duda San Cisco y su música, lo merecen.