El próximo 6 de septiembre, el Zócalo capitalino será testigo de un hecho sin precedentes. Antes de la presentación de Residente, Arianna Puello, Ximbo, Niña Dioz, Prania Esponda, Azuky y Mena compartirán un mismo cartel en un show gratuito que marcará un punto de inflexión en la historia del hip hop en México.
Durante 50 minutos (6:30PM a 7:20PM), la plancha más grande del país se transformará en un escenario donde conviven generaciones, estilos y luchas que han construido y siguen reinventando la cultura del rap. La fuerza del encuentro se amplifica con la participación de María Balvina, trombonista que une los beats con la sonoridad de los metales, y DJ Ninja, responsable de la arquitectura sonora que sostendrá el espectáculo en vivo.

Voces que abren caminos
Arianna Puello: pionera dominicana radicada en España, irrumpió en los años noventa en una industria donde las mujeres prácticamente no existían. Su legado es memoria viva de resistencia y representación afrodescendiente.
Ximbo: activa en México desde 1996, MC, promotora, tallerista y fundadora de proyectos colectivos. Figura esencial de la escena independiente, ha sido raíz y puente para nuevas generaciones.
Niña Dioz: desde Monterrey, con un estilo explosivo, fue la primera rapera en declararse abiertamente queer en México. Su presencia es sinónimo de ruptura y libertad.
Prania Esponda: a sus 24 años, desde Tlaxcala, ha hecho del rap feminista una herramienta de denuncia contra las violencias e injusticias.
Azuky: con apenas 19 años, proveniente de Ecatepec, es referente del freestyle con batallas virales que han trascendido fronteras.
Mena: rapera y freestyler tapatía de 19 años, bicampeona de la Liga Amazonas y clasificada a la Red Bull Batalla 2025. Su EP Melankolik muestra la versatilidad de una voz que trasciende la competencia.
Un relato colectivo
Este cartel no es un gesto simbólico ni una cuota de inclusión: es la afirmación de que el rap no responde a un relato único, sino que se escribe desde múltiples territorios, experiencias y resistencias. Ver a estas artistas en el Zócalo, con capacidad para 300 mil personas, significa legitimar trayectorias que durante décadas se sostuvieron desde la independencia y la periferia.
No se trata de abrir un concierto, se trata de abrir un nuevo relato: uno donde las mujeres no aparecen en letras pequeñas, sino como protagonistas de una cultura que siempre ha sido colectiva.








