Texto de Hector Hernández
Freddie Mercury era la fusión de diferentes mundos. Nació en el puerto de Zanzíbar para convertirse en uno de los mayores íconos británicos. Mezcló, junto con el resto de Queen, música clásica con el Glam Rock de la época aderezándolo con un poco de pop. Combinó lo sagrado y lo carnal. Como Goethe, era un artista que se balanceaba entre lo apolónico y lo dionisiaco.
Lo apolónico, en el arte, es la línea que separa los cultos terrenales de los celestiales. Este fue uno de los elementos que le dieron un estilo único y que le permitía conectar con los espectadores que se encontraba en los asientos más lejanos al escenario: podía excitarlos al punto de hacerlos brincar de sus asientos y enloquecer con un beat, serenarlos con su melodiosa voz, hasta finalmente llevarlos a las lágrimas. Su inigualable carisma y talento siguen reverberando a casi 30 años de su partida.
Bohemian Rhapsody es como Fausto. Volátil y pomposa. Es una canción infestada de epifanías y texturas contradictoriamente contrastantes.
Freddie intenta emular líricamente a Goethe justo a la mitad de la década de los setentas, en el splendor del Glam Rock. Goethe comenzó a escribir Fausto en 1773 y no la terminó sino hasta 1790. Freddie Mercury tomó 7 años en terminar esta pieza de 6 minutos menos 6 segundos.
Al igual que Fausto teje el renacimiento con el romanticismo, Bohemian Rhapsody une diferentes telas de la música contemporánea con cuentos y melodías de otras décadas, de otros lugares. Goethe creía que la poesía solo puede alcanzar la universalidad si era capaz de atraer la atención de ambos sexos, una fusion de ambos.
El talento y charisma de Freddie capturaban los ojos de millones de personas, sin importar su género. En esta canción, Queen despliega toda esa ambivalencia amorfa. Tal como el personaje de Fausto, el de Bohemian Rhapsody se caracteriza por un amorfismo operístico, versión rock-pop, producto de una posesión demoníaca.
Bohemian Rhapsody es una oda cuya estructura narra las diferentes etapas de la vida que comienza con el mismo movimiento con el que cierra. Los dos primeros versos son los dos primeros actos de esta tragedia Glam Rock.
La primera estrofa abre con una pregunta retórica: “Is this the real life? La eterna duda cartesiana. Cómo saber si esto no es solamente un sueño creado por un demonio?
Ese es el primer demonio que el personaje debe enfrentar. Is this just fantasy?” Todos llegamos a un mundo que giraba y se movía y continuará haciéndolo sin nosotros. Cargamos con las debilidades de nuestra propia naturaleza. “Caught in a landslide”. Puede que nada sea realidad, pero nada es más real que nosotros. “No escape from reality”.
“Open your eyes, look up to the skies and see”. Es el despertar a la conciencia acompañado de un sentimiento de vulnerabilidad ante la vastedad del universo. Sin derecho ni necesidad de compasión. “I´m just a poor boy, I need no sympathy”.
Tras la realización de la vanalidad de la vida, el autor se describe como una mota volando al capricho del viento por el mundo. “Because I´m easy come, easy go. A little high, a little low. “Anyway the wind blows” puede escribirse también como “any way the wind blows”, el autor juega con los significados de esta frase y la siguiente “doesn´t really matters to me”. Ante la indiferencia del universo por su vida, él paga con la misma moneda.
Este es el segundo demonio, la ilusión de la eternidad, de la inagotabilidad de las oportunidades y de la voluntad irrestricta.
La primer transfiguración de Mefistófeles en Fausto se da en la forma de Phyorkas en el que Goethe retrata la generosidad emocional femenina. El personaje principal en la faustiana Bohemian Rhapsody apela a esta figura literaria en la figura de la madre, ante quien el autor llora por la pérdida de la inocencia reflejada en la sangre fratricida que hay en sus manos ”Mama, just killed a man”.
El lamento es también por su juventud desperdiciada ocasionado por su arrogancia juvenil “Life had just begun, but now I´ve gone and thrown it all away”. Existen teorías sobre Freddie Mercury usando Bohemian Rhapsody para hacer oficial su homosexualidad y el mismo Brian May ha aludido a que el personaje de la canción podría ser el mismo Mercury batallando contra sus propios demonios.
“Mama, didn´t mean to make you cry” marca esa ruptura con la figura maternal, es la partida del hogar para nunca más volver. “If I´m not back again this time tomorrow, carry on as if nothing really matters”, aquí el autor retoma la frase “nothing really matters”, pero ya no existe esa misma frialdad de antes, se ha liberado del demonio del orgullo y la pereza. Se ha dado cuenta que las cosas importan. Ha vencido un demonio más.
“Too late, my time has come”. La inevitabilidad de la muerte que le hela hasta los huesos y le paraliza el cuerpo. “Send shivers down my spine, body´s aching all the time”.
El fin de sus días es tan aterrorizante que hace pensar en el suicidio, en la muerte súbita que acabe con todo el sufrimiento de una buena vez: “Goodbye, everybody, I’ve got to go, gotta leave you all behind and face the truth”. Pero, ¿es la muerte realmente inevitable? ¿Se puede pactar con el diablo para alcanzar la vida eterna? “I don’t wanna die, I sometimes wish I’ve never been born at all”. La contrariedad de la vida adulta, el querer vivir por siempre y desear jamás haber nacido.
El solo de guitarra es el puente que conecta a la batalla entre los arcángeles del cielo y las huestes del ínfierno por el alma del personaje principal.
Estos elementos, el uso de conjuros e interacción de personajes con deminios, son básicos en la novela gótica. Freddie Mercury se remonta a la fuente misma del movimiento, Wolfgang von Goethe, a la Europa vibrante de finales del siglo XVIII, balanceándose entre el Renacentismo y el Romanticismo. Caen rayos y centellas y la batalla por su alma comienza. Los arcángeles piden piedad por su alma y sus pecados mientras los demonios se aferran.
“Easy come, easy go, will you let me go?”
- “Bismillah”
- “No, we will not let you go!!
- “Let him go”
“Mamma mia, let me go”
Bismillah es un vocablo árabe “en el nombre de Dios”. Es un ruego pidiendo intervención divina por el alma en pena. Un riff de guitarra irrumpe en la batalla.
Es el Mefistófeles invocado por Mercury y compañía, aquí con el nombre de Belcebú. Belcebú tiene la arrogancia de un rockstar. So you think you can stone me and spit in my eye? Nadie puede burlar al demonio sin salir herido. So you think you can love me and leave me to die? Oh, baby, can’t do this to me, baby!
Finalmente el diablo ha abandonado su cuerpo dejándolo al borde de la muerte. Nothing really matters, anyone can see nothing really matters to me… La frase “nothing really matters” aparece por tercera vez. Ya nada más importa ahora que la vida llega a su fin. Anyway the wind blows…