The Substance de Coralie Fargeat es una película excesiva, anabólica y premeditadamente absurda, un festín visual absolutamente delirante que desafía y empuja los límites del cine de terror y lo lleva a territorios grotescos y fascinantes como pocas veces se ha visto en el cine mainstream. La directora, conocida por su impactante debut Revenge (2017), regresa con una apuesta lúdica de espíritu cronenbergiano que combina horror corporal y crítica a la obsesión por la juventud y la belleza, entregándonos una película brutal, tanto en su estilización como en su mensaje.
Demi Moore, una superestrella de Hollywood que enfrenta el declive de su carrera debido a su edad, ofrece una interpretación intensa y desgarradora. A través de un elixir verdoso que recuerda a The Reanimator, conocido como The Substance, Elizabeth intenta recuperar su juventud, pero lo que comienza como un sueño de rejuvenecimiento pronto se convierte en una pesadilla. Junto a ella, Margaret Qualley interpreta a un personaje que encarna la ambición desmedida y la juventud devoradora, ofreciendo una imagen magnética que complementa perfectamente la desesperación de Moore.
The Substance es un relato violento y obsceno que logra su cometido: incomodar al espectador
Fargeat no escatima en el uso de la violencia y el gore para materializar sus ideas. La película evoca lo obsceno de Showgirls de Paul Verhoeven, lo grotesco de Society de Brian Yuzna y las mutaciones alucinantes de Tetsuo de Shinya Tsukamoto. Con una cámara casi publicitaria (que captura culos, tetas, piel brillante y perfecta), la primera media hora es una explosión de erotismo visual, un engaño morboso que nos prepara para el horror corporal que se desplegará más adelante. Acercamientos intrusivos y sonidos casi palpables. Cuerpos perfectos que se deforman, se pudren y se destruyen en una vorágine de efectos prácticos que celebran el splatter en su forma más pura.
El cine de Fargeat no es sutil, La Substancia nos bombardea con imágenes ultra-gore, llenas de sangre y vísceras, recordándonos el horror físico que puede implicar el paso del tiempo. Cada escena está diseñada para incomodar, para desafiar al espectador y para arrastrarlo hacia un final que no deja espacio para la tranquilidad. Lo que comienza como una crítica a la industria del espectáculo y su trato hacia las mujeres maduras, se convierte en una reflexión retorcida sobre la ambición y la fragilidad del cuerpo humano.
Con un clímax que podría haberse detenido en varios puntos, pero que sigue hasta romper los límites de lo grotesco, The Substance se consagra como una pieza inusual en el panorama del cine de terror del 2024. Desde luego no es una película para todos, pero para quienes disfrutamos de un cine que no teme a los excesos o a narrativas poco convencionales, el film de Fargeat es una experiencia inolvidable.