Por: Raúl Salazar
El relato minimalista y asfixiante de The Whale de Darren Aronofsky es una experiencia cinematográfica que despierta los sentidos más profundos. En un mundo saturado de información falsa y superficial, esta película nos adentra en una historia que nos instiga a sumergirnos en la profundidad de la aceptación. Y aunque eso suene lindo, “La Ballena” también es un viaje visceral que nos arrastra hacia un devastador torbellino de autodestrucción.
The Whale: Un relato minimalista y conmovedor sobre la aceptación y la redención.
La película cuenta la historia de Charlie, un hombre que se encuentra al borde de la muerte y busca desesperadamente la redención. El personaje principal es interpretado por Brendan Fraser, quien ofrece una actuación impresionante y conmovedora que nos hace sentir la intensidad emocional de su personaje. A pesar de tener algunos problemas con la narración artificial y momentos de exageración melodramática, The Whale es verdaderamente conmovedora e impactante.
Aronofsky es astuto en su uso del formato de cuatro tercios, que no sólo sirve como herramienta narrativa, sino también como medio de establecer una atmósfera opresiva y de profunda introspección. Aquí, alejado de los artificios de sus obras anteriores, busca una forma de entrometernos en la vida del personaje principal, Charlie, y de experimentar su vida cotidiana desde una perspectiva íntima y cercana, pero también incomoda y repulsiva.
Las actuaciones de Sadie Sink y Hong Chau son excepcionales, logrando transmitir la complejidad de sus personajes de manera visceral y convincente. Asimismo, la fotografía de Matthew Libatique nos transporta a un sub-mundo oscuro y claustrofóbico, que refleja la situación emocional de los personajes de manera brillante. La música de Rob Simonsen, por su parte, es el complemento perfecto para la narrativa minimalista de la película, logrando crear una atmósfera de tensión y un caudal de emociones que se van intercalando.
La exploración de temas como el dolor, la depresión, el perdón, la bondad humana, la filantropía sin condición y, sobre todo, la aceptación hacen de “The Whale” una película fascinante. Con una sutileza gráfica y una intensidad emocional única, este pequeño filme de raíces teatrales nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad y nos muestra tanto la belleza como la tristeza de la vida.