Ahora que volteamos hacia atrás, parece que nuestros veintes, la vida y el dinero se nos fueron en el Vive Latino: torres de cerveza, cientos de bandas, inclemencias del tiempo… El que hoy por hoy aún sigue siendo el festival de música iberoamericana más grande del continente ha pasado por muchos embates para consolidarse. Han sido años de prueba y error, aciertos y defectos que ha pagado tanto el público, como las bandas y los organizadores. Nada se construye en un día.
Sin embargo, y pese a toda diatriba y pesar de ciertos grupos sectarios en la música (y que en el rock abundan), el Vive Latino es el referente y termómetro de la música que escucha el grueso de la población mexicana, en buena medida es una impronta efectiva (cada vez más certera) de los gustos y arraigos de distintas generaciones adeptas a la música en México, no sólo del rock, ya que este año veremos con más fuerza lo que comenzó en emisiones pasadas con la inclusión de grupos de música vernácula (un acierto a nuestro ver), hecho que sin duda ha despertado acaloradas discusiones bizantinas al respecto.
Cada año, el Vive Latino intenta sorprendernos con algo que vaya más en forma y contenido: más días, más artistas, más escenarios. Parece que el límite aún no es conocido por la organización de este monstruo de festival. En Freim recordamos año por año lo que ha sido lo más memorable de cada emisión, hoy y a la distancia.
1998.- Los noventa estaban por terminar, MTV se estaba poniendo las pilas con ser un espejo de la escena local, aunque los reallities ya amenazaban con invadir los contenidos televisivos de forma brutal. En ese contexto se comenzó a promocionar mucho el Vive Latino, lo que para una gran mayoría de los que llevábamos tiempo acudiendo a festivales masivos era sólo “un masivo cortando a las bandas de menor calado, quitando el contexto social y cobrando un precio de boleto a cambio de un sonido y producción más profesional”, además con un logo y nombre que en su momento fueron muy cuestionados.
Para otros, era sólo una puntada mercadológica más, otra insanidad melómana iberoamericana. Pero para muchos otros, aquellos que creyeron desde el inicio, esa primera emisión fue de antología: Tijuana No en su mejor momento, bandas hoy extintas o en descanso como Flor de Lingo, Titán, La Dosis, etc. El talento local comenzaba a sonar distinto y la conexión con América Latina, aunque aún tímida, ya era más reconocida. Originalmente, el Vive Latino era frío: 28 y 29 de noviembre.
1999.- Roma no se hizo en un día y había muchísimo por aprender de una primera emisión algo extraña, pero de alguna manera efectiva y con mística. Aún no sabemos a bien por qué motivo la edición del 99 no se llevó a cabo, muy posiblemente cuestiones de operación y costes.
2000.- Recordamos que este año el Vive Latino comenzó a tener un tinte más de compromiso social que de cita musical. El público se amplió y diversificó de una forma brutal. ¿Por qué nos acordamos de él? Porque la gente “despegó” el piso que protegía el césped del Foro Sol y comenzó a amedrentar al grupo español Dover. Nada de qué enorgullecerse pero para muchos fue divertido.
También fue el año definitivo del ska y el rap-core: Sekta Core, Ska-P, Desorden Público, Resorte, Panteón Rococó, Todos tus Muertos, Auténticos Decadentes, Fabulosos Cadillacs y Los Pericos castigaron durísimo. Mención aparte la actuación de los funkeros de Los Tetas, de las más memorables que han dado acá en México.
2001.- Nadie experimenta en cabeza ajena, y los errores comenzaron a notarse en el recorte y planificación de la oferta musical: el festival se redujo a un día, se aumentó un escenario y el talento mexicano superaba casi el 80% del elenco. El Vive Latino más flojo para la mayoría, ya que muchos repetían: La Lupita, Zurdok, Desorden Público, Los Pericos y Resorte…
Ese año, Save Ferris no prendió tanto como se tenía planeado (¿qué fue de ellos?), la carpa electrónica debutó con bombo y platillo de a poco: Nortec Collective y Nopal Beat estaban en plena explosión en DF. Moderatto fue el mejor chiste roquero para algunos en mucho tiempo.
2002.- La continuidad del declive se veía venir, y los rumores de su desaparición eran fuertes. 2002 tampoco vio la luz del Vive Latino. Los festivales musicales son una inversión a largo plazo.
2003.- Pese a que este año el talento local volvió a dominar de forma bárbara (sólo cinco grupos no eran mexicanos) y a que se llevó a cabo en un día, igual al de 2001, el Vive Latino, con uno de sus carteles más aburridos (a nuestro ver) logró romper récord de asistencia, cambió de fecha y dejó en claro que el hip hop y la electrónica comenzaban a dejar de ser underground en México.
2004.- El año del boom: mayor producción, tres escenarios, diseño gráfico temático por primera ocasión. El Vive Latino venía con todo, con una identidad más marcada y hubo la primera incursión de bandas parcialmente anglosajonas (The Mars Volta y Ill Niño).
Ese año comenzó a escucharse con más fuerza que muchos artistas repetían, que algunas bandas ya no tenían el mismo arrastre y la “mala fama” del Vive Latino como experiencia musical comenzó a tener mayor eco, sobre todo entre ciertos sectores de público más adepto al rock extranjero. Recordemos que aún no figuraba en el mapa el Corona Capital.
2005.- El fatídico sexto Vive, en donde el agua se agotó y en donde abril no se dejaba por el calor, una emisión en la que hubo por primera vez banda sorpresa (Café Tacvba). Los argentinos comenzaban a ganar mayor terreno en el cartel y en esa edición lo más fresco fueron Los Látigos, unos aún buenos y psicodélicos Babasónicos de culto, y unos jovensísimos debutantes, Austin TV; de los actos más memorables.
2006.- De regreso a la edición de dos años, ahora en mayo y con uno de sus mejores y más extensos carteles a la fecha: Brujería, Los Planetas, Los Super Elegantes, Turf, Niña y los exitosísimos Porter. Ese año se puso de moda la famosa “víbora” con el IMS.
2007.- El año de la consolidación y las discrepancias. Los latinos veían mal a los anglosajones, que aumentaban de a poco, y los fans de la música en inglés veían insuficiente y muy “latino y tropical” al festival, que se pulió en su profesionalización, logística y sonido. Este año, el Vive Latino se exportó a Chile, con un arrastre más bien tibio.
Pese a las críticas y la lluvia, actos como los de Calle 13, El Columpio Asesino, Gustavo Cerati, Pastilla o The Magic Numbers detonaron una entrega total. Olía a una nueva generación, con bandas más jóvenes y diversas en su sonido. Uno de los más memorables, sin duda.
2008.- Los primeros diez años (interrumpidos), muchas bandas de la primera edición repitieron y, ahora sí Argentina tuvo la mayor presencia de todas las ediciones pasadas, destacando el regreso de Todos tus Muertos, los Ratones Paranoicos tocando ante poquísimos espectadores, Los Cafres, Dante Spinetta, El Otro Yo y Emmanuel Horvilleur, que fungió como un nuevo Elvis latino de perfil discreto.
Mención aparte para una de las últimas grandes presentaciones de Santa Sabina, el poderío rocker de Black Rebel Motorcycle Club, la maravilla chicana de Los Lobos y la decepción de los que pensaban que la reunión de los Illya Kuryaki era inminente.
2009.- Debido a la alerta sanitaria por la influenza, el Vive Latino se movió de mayo a junio, para dar un cartel primordialmente mexicano, con la fórmula de grupos anglos como una marca ya tradicional: ¿Lo mejor? Marky Ramone, el pandemónium de baile con Nortec, Zoé instaurándose como la nueva gran banda mexicana y el reconocimiento del sector urbano con la Banda Bostik.
2010.- El primer intento del Vive Latino por extenderse a tres días, con la ópera rock de José Fors en torno a la figura de Frankenstein, no del todo exitosa para el lugar en el que se presentó. Ese año España tuvo un papel importante con Corcobado, Nacho Vegas y Vetusta Morla al frente, Argentina igual seguía nutriendo y EU estaba presente con Deftones, Rise Against o Monte Negro. Los australianos Empire of the Sun también se presentaron y fue de los highlights de la noche.
2011.- La locura: tres días, muchas bandas, varios países, muchas inconformidades con la experiencia y sin embargo una de las ediciones más exitosas: La Mala Rodríguez, Anita Tijoux, Sepultura, Jane´s Adiction, El Guincho y sobre todo el sueño vuelto realidad para muchos: The Chemical Brothers. The National también dejó en claro que tenía fans furiosos en México, y el aire pop y vernáculo se percibía como una extraña premonición.
2012.- Otra vez tres días, con una mirada más cercana a las bandas emergentes: URSS Bajo el Árbol, Suave as Hell o Vicente Gayo fueron la delicia de la Carpa Intolerante, dedicada a las propuestas más arriesgadas. El Vive Latino consolidó su carácter más diverso en sonido, imagen y propuesta, quitando un poco de etiquetas que a muchos divide en lo superfluo pero que logra un sincretismo como pocos festivales: de Gogol Bordello a Foster The People, de Fatboy Slim a Madness, de Tropikal Forever a The Horrors. La rechifla se ha callado de a poco y tanto público como bandas han crecido y cambiado.
2013.- Pese a lo equilibrado y bien curado del Vive Latino de 2013, con bandas bien importantes como Violadores del Verso, Los Macuanos, Japandroids o Tame Impala, la edición 2013 tiene un nombre en su memoria: Blur. Nada más, nada menos. Una de las mejores ediciones, pese a la cancelación de Morrissey y la tercera fecha.
2014.- 16 años teóricos que fueron 15 en el papel y que pudieron ser catorce reales, nadie sabe cómo estuvo el criterio, pero este año el Vive Latino celebró XV años e intentó lo imposible: cuatro días de música en fuertes dosis. Sin duda alguna el Vive Latino es una parte ineludible, no sólo de la tradición musical latinoamericana, sino cultural también.
Cuatro días en marzo para poner a prueba a los nuevos públicos y a los ya entrados en treintas. Un año de fuerte controversias, cambios y arriesgues por querer posicionar al #VL14 como un suceso cultural, musical, en el que la integración de bandas no estaba peleada con lo relevante de su propuestas, que desfilaban desde cosas muy vernáculas y arraigadas en el pueblo, como La Changa o Los Tigres del Norte, hasta Emir Kusturika, Soulwax, Arcade Fire o Nine Inche Nails, Placebo y hasta Cut Copy. Así de enorme y variado.
2015: En el 2015 el Vive Latino se celebró durante tres días: viernes, sábado y domingo. Además, en su cartel contó con propuestas de tradición, así como una selección de actos internacionales tal vez más adecuada a la demanda general de su público. Ahí se vieron nombres como Die Antwoord, pero también leyendas de antaño como Garbage, Robert Plant, Interpol, Dave Matthews Band, The Specials y hasta Apocalyptica. Definitivamente un año que fue pensado para ese séquito de asistentes al festival, se conocen mutuamente y ese año lo demostraron bien.
2016: Un año en el que parece que los organizadores fueron por un perfil más sobrio y menos arriesgado. Quizás el entorno financiero local y global contribuyeron a que se regresara al esquema de sólo dos días. Sin embargo, hubo momentos memorables, en el que metaleros afianzaron sus cuentas saldadas, los raperos mexicanos lograron imponerse como una de las propuestas más sólidas del cartel y en el que volvimos a revivir viejas glorias que hacían verdadero honor y justicia a su nombre. 2017: Este año parece ser uno de certezas y de vuelta a la revisión de lo mejor de los noventa en español, sin duda una garantía en cuanto al público asistente al festival. Dos días de jornadas increíbles, en donde se percibe que el punk, el reggae y el ska van a llevar la batuta, aunque con poperos y roqueros de antaño que vienen para seguir defendiendo el trono en pos de la nostalgia, la buena música y la fiesta interminable.
2017: Este año el cartel tiene grandes nombres, podremos ver a dos leyendas de la música popular mexicana: Bronco y La Sonora Santanera, así como también la primera vez que la agrupación española por excelencia de los 80 Hombres G, se presentarán en el festival. Veamos que nos depara este cartel.