Marius Lauber, la mente maestra detrás de Roosevelt, ha ido trazándose una trayectoria en la música, bajo su propio instinto, ha seguido a paso lento pero seguro, un camino lleno de sus propias convicciones, y es gracias a esto que ha sido capaz de crear un sonido tan propio, mismo que se ha consolidado como su propia huella.
Fue en 2013 que comenzó a aventurarse en solitario, lanzando su EP “Elliot”, mismo que fue bastante bien recibido por la crítica, y en 2016 nos cautivó con “Roosevelt”, su álbum debut.
La evolución musical que pudimos apreciar en cortes como “Night Moves”, “Hold On”, “Colours”, por tan sólo nombrar algunos, fue excepcional.
Un par de años después, el productor alemán ha lanzado “Young Romance”, y algo es cierto: si bien algunos lo aman, otros tantos no han quedado del todo enamorados.
“Young Romance” se establece como un trabajo perfectamente cuidado y bien definido
Sintetizadores vintage y matices techno perfectamente camuflados en música pop. Así podríamos definir esta nueva entrega de Roosevelt, pero es mucho más que eso.
Las guitarras que protagonizaron su anterior trabajo han quedado en el pasado, de hecho en este nuevo álbum, apenas y hacen acto de presencia.
En las canciones que se incluyen en “Young Romance”, los ritmos se desaceleran para tomar posteriormente más fuerza y acabar por todo lo alto, lanzándose por un épico pop, mostrando a la vez su lado más jovial y desinhibido.
De este modo, por momentos resulta bastante difícil distinguir entre una canción que podría alcanzar el estatus de single inmediato, ya que todas contienen sus momentos de gloria.
Temas como bien puede ser “Illusions”, ejemplifican ese constante intento porque todas las partes de las canciones resulten de lo más directas, evitando todo aquello que pueda perderse entre interludios musicales que resulten complejos de tararear.
Estamos siendo testigos de un compromiso para lograr texturas que en todo momento llamen la atención y el intento de simplificar los temas para que sean fácilmente reconocibles, algo que el músico logra equilibrar a lo largo del disco.
¿Es “Young Romance” lo mejor que le hemos visto hacer a Roosevelt? Sí y no. ¿Podría perfilarse como uno de los mejores lanzamientos del 2018? Es muy probable.
La respuesta a la primera pregunta tiene que ver con el hecho de que muchos de los fans (y no tan fans) de Roosevelt, están absolutamente casados con su pasado álbum, pero aunque la intensidad baja en “Young Romance”, el dance para la pista prevalece.
El sonido que encontramos en este material es más maduro, más cuidado y premeditado. Eso se puede apreciar en los tintes que impregnan a cada uno de los tracks.
El funk se hace presente en los riffs que pueden escucharse que, si bien no se roban todo el álbum, en conjunto con los demás arreglos le dan vida.
“Yr Love” es uno de los temas más melancólicos y entonces la siguiente idea aterriza: “Young Romance” es una carta de despedida a los amores fallidos, salida de lo más profundo del ser de Marius.
Es una oda al amor puro, transparente y devastador. A algo humano.
Y lo más importante: nos cuenta una historia.
La voz de Lauber es profunda e impecable, incluso oscura por momentos.
El contraste de ritmos es fabuloso, y encaja a la perfección con el adiós a los días de verano, y la nostalgia firma cada nota en este disco, lo que lo convierte en parte del soundtrack para el otoño.
“Lucia” es el tema más seductor sin duda alguna, las notas que Marius alcanza en este corte delatan un sube y baja de energía, la música nos invita a bailar, a dejarnos ir.
Pero la autentica cereza en el pastel es “Forgive”, colaboración en la que Washed Out se adueña de las vocales y le imprime su ya propia esencia Lo-Fi, demostrando que la fusión de géneros siempre es una buena idea.
En resumen, Roosevelt ha decidido plasmar este álbum con sus emociones, cuidando su estilo. En lugar de desgastar una propuesta que ya había presentado con anterioridad.
Recubre el pop perfectamente orquestado que le caracteriza con una elegancia casi cósmica, producto de los sintetizadores que ha empleado. Todo se integra en una sincronía excepcional y el resultado es exquisito.